Una extraña quietud se fue apoderando de los bañistas, los niños dejaron por un instante sus juegos para permanecer en silencio. De pronto, un sobrecogedor silencio inundó la playa, por primera vez en el día, el romper de las olas se imponía al griterío habitual. El mensaje era nítido: Algo iba a suceder. El astro rey llegaba a su fin, al ocaso. El motivo de la espontanea paralización de las actividades no era otro que la pura y directa contemplación de la puesta de sol. La playa californiana rendía un tributo especial, un agradecimiento a tan majestuosa visión, casi una adoración. La confirmación de que la vida continúa, de un día más en el calendario que celebrar: ¡Seguimos vivos!.
Un espectáculo único se mostraba ante nosotros, quizá el más grandioso del universo, pero que por costumbre ha dejado de ser trascendente. Demasiados dioses como para reparar en una simple visión, demasiados problemas como para reparar en algo tan esplendoroso . En otros tiempos se hubieran postrado agradecidos, suplicantes, conscientes de la importancia de este hecho sublime y trascendental para que la vida continúe.
El sol tocaba el horizonte pintando la playa con su anaranjada gratitud, las nubes adquirieron una tonalidad rojiza, casi tenebrosa, inquietante al contraste con el azul oscuro y apagado del cielo al atardecer. Incluso un policía que transitaba por la arena con un quad se detuvo para no perturbar el acontecimiento.
Todo continuaba en silencio, el Pacífico iba acunando con parsimonia a la solemne luz, mientras el acto espontáneo y generoso proseguía como si se tratase de una oración, un tributo no pactado que hubiera hermanado en sintonía a todas aquellas almas.
Una clamorosa ovación despidió a los últimos rayos que aun luchaban por dibujarse en las nubes. Después todo volvió a su rutina, el jaleo habitual, muchos comenzaron a recoger las sombrillas para marcharse, los niños volvieron al agua para darse el último chapuzón.
Me quedé pensativo, intrigado, recapacitando sobre el acontecimiento que acababa de vivir, algo único sin duda. Había contemplado algo grande de verdad, pero sin la ayuda de todos aquellos bañistas, de aquella playa, no hubiera pasado del típico comentario “¡Que bonita puesta de sol!. Jamás me hubiera parado a contemplarlo con ese fervor, con ese efecto tan gratificante. No existe nada tan trascendente.
Lo guardo en mi memoria, lo revivo con satisfacción y desde entonces cada vez que el día termina procuro dedicarle unos segundos, mi plegaria personal, mi agradecimiento por seguir vivo hasta que muera. Entonces mi puesta de sol morirá con mi memoria.
Eduardo Serrano
Incongruente, ¡Que decepción!, no haces honor a tu nombre, tu sentido comun es digno de admirar y tu decisión creo que es la más sabia. Para quien no está muy ducho en el uso del foro es fácil meter la pata y no creo que sea el último. Debería de haber una sección, incluso fuera del foro para estos menesteres, pero bueno supongo que todo se andara. Nada más, Daniel, estaré más atento la próxima vez y gracias por tu buen talante. |
cita de eduardoserrano
Miguelmig, no sabes como agradezco que seas tan magnánime y te parezca bien mi participación, también te doy las gracias por regañarme, asi aprenderé. Siempre es estimulante apreciar las enseñanzas de gente como tu. Debo de aceptar las normas, nunca se me olvidará...
De nada hombre. Gracias por lo que dices de mi, me haces sentir una persona importante. XD
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cita de eduardoserrano
Una cosa, ponlo también en su sitio, para que estén todos juntos y así se puedan leer del tirón cuando sea menester ¿vale?Incongruente, ¡Que decepción!, no haces honor a tu nombre, tu sentido comun es digno de admirar y tu decisión creo que es la más sabia. Para quien no está muy ducho en el uso del foro es fácil meter la pata y no creo que sea el último. Debería de haber una sección, incluso fuera del foro para estos menesteres, pero bueno supongo que todo se andara. Nada más, Daniel, estaré más atento la próxima vez y gracias por tu buen talante. |