¡Hola! ¡Empezamos el periodo de comentarios! Confieso que voy tarde con los deberes. Al final ayer no le pude "meter mano al relato de Zara y el de Escaleno está todavía sin leer. Pero en estos días iré subiendo "el destripe" de esos relatos. Para abrir boca hoy subo el trabajo que hice con el relato de Piqueras. Aunque en las notas que he puesto soy "muy tajante", quiero dejar claro que en todos los casos se trata de opiniones discutibles (y que espero vayamos discutiendo). Vamos con ello: |
� De violencia, justicia y compasión �El escenario habitual en esos casos. (mejor dos puntos) La cocina de una modesta vivienda, (fuera coma) y el sencillo comedor en la misma pieza. (coma) Las manchas de sangre, los cadáveres. (fuera punto) Y un par de cuchillos ensangrentados. (mucha sangre y demasiado cerca, mejor buscar otro término para la descripción de los cuchillos: “teñidos de rojo”. O para las manchas: “El suelo encharcado y las paredes salpicadas”. El inspector Gálvez suspiró. Con las manos en los bolsillos de su gabardina y con cierta tristeza en su expresión,� chasqueó la lengua. No se acostumbra uno a esto, pensó. Por más que sea la enésima vez que lo ves. Esto de personalizar en segunda… lo hacemos mucho en el lenguaje coloquial y posiblemente también lo pensemos así, pero escrito, aunque sea coloquial, al no ser una seña distintiva del personaje (su coloquialismo al hablar o pensar), mejor ponerlo de forma impersonal “por más que sea la enésima vez que se ve”. El agente García, de la policía local, que había llegado el primero tras la llamada que los vecinos habían hecho al 112, estaba agachado junto al cuerpo del hombre, mirándolo en silencio y como �(sobra el como) ensimismado. No había notado la llegada del inspector. Al seguir leyendo me ha chocado que no se presentaran y que el inspector supiera el nombre del agente, luego descubro que son jefe y subordinado del mismo cuerpo. No hagas esperar al lector para saber algo que no hay por qué ocultar. “No había notado la llegada de su jefe”. —García... El agente se volvió sobresaltado. —¡Inspector! No le he oído llegar. Estaba pensando en este desgraciado... ¿Hace mucho que está usted aquí? —Acabo de llegar ahora mismo, García. ¿Qué conclusiones saca usted de todo esto? —Está muy claro todo. El hombre, sobre el que pesaba una orden de alejamiento, logró que le abriesen la puerta. —Hay algo misterioso en el modo en que en ocasiones la compasión, la dependencia o lo que sea pueden más que el miedo y la prudencia... supongo que la engañó, aparentó que venía en son de paz... —Tal vez cuando entró en el piso no veía errata: venía especialmente caliente. Pero luego ya se sabe, comienzan a discutir y... Lo más triste es que el niño, que seguramente quiso evitar la discusión, haya sufrido también la locura de ese hombre. La cuchillada que le asestó al chaval, en pleno tórax, lo mató seguramente en pocos minutos. ¡Me estremece pensar que en su agonía haya podido ver lo que hacía luego con su madre! Tiene heridas de arma blanca en el cuello, el tórax y el abdomen. Se ensañó con ella, el mal nacido. Al hablar, el errata: al agente García le temblaba la voz. Y sus dos puños, cerrados con fuerza, reflejaban el dolor y la rabia que sentía ante aquella escena —Y él, ¿cómo fue que esté así? ¿No suena rara esa pregunta? Igual es normal construirla así, pero me suena rara, además no entiendo muy bien a qué se� refiere ¿a que esté muerto, a la postura, a ambas cosas, a otra diferente? No sé, creo que sería mejor algo más simple: Y él, ¿se ha suicidado después o lo ha matado ella mientras se defendiá? —Supongo que como en el caso de Altea de la semana pasada. O el de Bobadilla el mes pasado. Una vez completado su crimen se horrorizan y deciden suicidarse. —Así debe haber sido... Deber + infinitivo = obligación, deber de + infinitivo = suposición, creo que aquí� se está suponiendo pero al no haber escopeta por medio y al tener que echar mano a los cuchillos, la cosa se pone más difícil. Muchas veces, al inflingirse errata: infligirse las primeras heridas les entra el pánico a morir y no acaban de hacerlo. Algunos, creo yo, se hieren para simular un intento de autolisis. Es curioso... apártese, García. Déjeme ver. El inspector Gálvez se agachó junto al cadáver del hombre, cuya mano derecha sostenía todavía un voluminoso cuchillo de cocina. Yacía sobre un gran charco de sangre, que había brotado de una amplía herida en la cara anterior del cuello. —Veo que el hombre se hizo un corte en un muslo, (sobra la coma) y una pequeña herida en la ingle. Nada serio, si su intención era matarse. Pero completó su trabajo autodegollándose... tiene el cuello horrible (¿algún cuello degollado puede no ser horrible? Creo que sería mejor alguna mención a la limpieza del corte, al ángulo… algo que le lleva a sospechar que difícilmente se ha podido hacer él mismo esa lesión) . Me cuesta creer que haya sido capaz de hacerlo. —Yo dudo de que hubiese sido capaz. —¿Qué quiere decir? ¿Que no sé hirió a si sí mismo? ¿Sospecha usted que hubo otra persona aquí? —Si de verdad deseaba morir, si no se sentía con fuerzas para aceptar la culpa por lo que había hecho, el dejarle con ese par de heridas no hubiese sido propio de un ser humano compasivo... —¿Qué está insinuando usted, García? —No se preocupe, inspector. He limpiado mis huellas del otro cuchillo, el que tomé de la mesa cuando me acerqué por detrás para ayudarle a morir. —¿Usted? —Fue por compasión. Por humanidad. No podía ver como el pobre hombre, agobiado por el mal que acababa de hacer, no era capaz de quitarse la vida. De modo que le eché una mano. —¡Coño, García, lo que le echó usted fue un cuchillo al cuello! (esta frase… uff…, me saca una sonrisa y no sé yo si es el momento más adecuado para hacerme sonreír) El inspector Gàlvez volvió a mirar hacia los fogones, al pie de los cuales estaba el cadáver de la mujer. Era joven, no tendría más de treinta y cinco. Pobrecilla. Y a un metro de distancia, bajo el ventanuco, yacía el niño. Una criatura, de unos ocho años. El agente García miraba a su jefe, que en silencio, con una expresión inescrutable, no dejaba de mirar aquí una coma iría bien ora a la madre, ora al niño. Finalmente el inspector pareció reaccionar. Suspiró de nuevo y se encogió de hombros. —Creo que por esta vez dejaremos que la versión del suicidio consumado sea la que conste en el atestado final del caso. Pero... Pero García, por Dios, ¡procure no ser tan compasivo la próxima vez! � ¿Fue la compasión realmente lo que movió al agente García? ¿Trató de ayudar a aquel hombre a consumar su suicidio? ¿O fue sentido de justicia? Los sentimientos que anidan en los seres humanos son muchos y muy distintos. El inspector no tenía claro si lo que en realidad quiso García fue ejecutar a un asesino. Y sí, es cierto que no deberíamos tomarnos la justicia por nuestra mano, y que lo que había hecho el agente era reprobable y merecería un castigo. Pero el inspector decidió no denunciar a su agente. Tenía muy claras sus convicciones y su sentido de la ley. Se consideraba un profesional como la copa de un pino. Pero por un momento se imaginó que, por cuestión de minutos, el primero en llegar al escenario del crimen podría haber sido él mismo. Y la verdad, no estaba seguro de cómo hubiese zanjado él el asunto. El agente García era un poco bruto, es cierto. Pero el inspector se imaginó a sí mismo sacando su mano derecha del bolsillo del gabán y disparando dos tiros, al tiempo que pensaba: "Diré que fue en defensa propia." � Las cosillas corregibles las he señalado sobre el propio texto. Y, como siempre, Piqueras, nos demuestra lo que significa corrección al escribir en su ejecución de los relatos. La historia es buena, presenta una red de temas muy relacionados con los sentimientos y actos que se suponen humanos (violencia, justicia, venganza, compasión, mentira, verdad…), pero creo que no consigue enganchar al lector como debiera. Para empezar, es una historia muy dura que se abre con la escena de un crimen; a pesar de que la descripción del escenario es buena, resulta un poco… digamos aséptica, no contagia los sentimientos que, seguro, despierta en los policías al entrar y contemplarla. Creo que haría falta algún adjetivo para marcar eso, o hablar del olor, no sé… Luego, en el desarrollo de la historia, creo que sobra algo de “pin-pon” en la conversación, creo que un par de intervenciones más largas hubieran bastado y dado mejor resultado. Es como si uno empezara y el otro acabara lo que el primero había empezado a decir y, me resultaría más creíble que el agente le hiciera del tirón su valoración sobre el caso y que el inspector se limitara a poner en duda el suicidio del agresor. Por otra parte, la confesión del agente me parece demasiado fácil. Puedo entender que alguien necesite contar algo así para “deshacerse” de ello cuanto antes, pero en ese caso se tendría que ver la angustia del confeso y, aquí, es como el que enseña, en una partida sin apuestas, un ful a quien espera, como mucho, ver una pareja. Y la reacción del inspector también se corresponde con ese contexto “insignificante” que debería ser percibido por el lector como titánico y cargado de sentimientos contradictorios. En cuanto a la reflexión final… el relato tendría que conseguir que el lector se hiciera esas preguntas e imaginara qué habría hecho él mismo en la situación del agente García, primero, y en la del inspector Gálvez después. En este caso, el relato no lo consigue, sino que lo impone. Y esto le hace perder “verdad” y conexión con el lector. � �� � � � � |
¡Anda! Veo que le has dado un buen repaso a mi relato. Me leeré todo, todo, lo prometo. Ahora pasaba por aquí sólo para decir que he hecho los deberes que tenía con relación a otro foro, y me pongo al trabajo. He leído los relatos. Una primera lectura. Y mañana me podré al trabajo. Primero impresiones, sensaciones. Luego la escritura y todo eso. |
Hoy toca el relato de Zara. Escaleno, el tuyo ya está leído. Mañana a ver si puedo ponerme con él.
Aspaka Cabba - 10ª línea temporal Año 2130
��
�� Lilyha apretó el botón, la puerta del horno se abrió pausadamente. Metió dentro la bandeja con el asado todavía no está asado, ¿no?. Mejor metió la bandeja con el pescado o la carne y luego dijo en voz queda: Cuatro minutos a máxima potencia y diez a media. Sus amigas se reían porque ella cocinaba como cuando sus abuelos llegaron a aquel lugar y decidieron quedarse. Pero ella había leído de comida natural, cocinada a la antigua manera y había decidido probarla. Les gustaba esta forma de comer más que la comida liofilizada, deshidratada o en pastillas, que se utilizaba comúnmente. Supongo que no sería fácil encontrar los ingredientes, alguna alusión a esto estaría bien (mercado negro, tiendas de antigüedades gastronómicas…)
��� En la casa todo estaba tranquilo, a media luz, punto o punto y coma el silencio la ponía de los nervios, era algo congénito, debía de tener relación con las historias que contaban sus padres sobre viajes en cabinas estrechas y cosas similares que parecían no tener sentido, pero que, a fuerza de escucharlas eran parte fundamental de sus recuerdos. Miró la pantalla de su observador para comprobar si la señal de Rothen lo situaba ya cerca de la casa. Se dio una ducha seca, no tenía tiempo ¿para qué, para darse una ducha mojada? ¿Era lo normal (mojarse) o lo que le apetecía porque “le tira” lo tradicional y antiguo?, creo que este dato sería innteresante, él tardaría poco, y se vistió con un mono en tonos suaves y unas sandalias de plataforma. Estaba oscureciendo, a través de la densa capa de contaminación, podía verse la luz del sol, blanquecina y fría, bajando hacia el horizonte.
�� Aquella noche Rothen le hizo el amor. Había resultado tan... frío como siempre. Soñaba con pasiones desatadas, aunque no sabía muy bien qué era aquello. Había leído en los libros de la Biblioteca Nacional historias de amor y de enamoramiento, de gentes que se amaban y se odiaban, que luchaban unos con otros y todos contra todos. Se preguntaba cómo sería vivir con toda aquella violencia y pasión, no con en lugar de esta especie de indiferencia en que vivían ellos. Sentía curiosidad y hasta cierto punto un poco de envidia por lo que adivinaba de todo lo que leía. Qué sería que te abrazaran y qué se sentiría cuando te besaban, ¿sería verdad lo que contaban en los libros?� Debía de ser fantástico emocionarse, deseaba que aún fuera posible ver el color azul del mar o del cielo y sentirse feliz. Así debía de ser entonces (lo está suponiendo), cuando todo aquello era posible, cuando las parejas se unían y se amaban. ¿Cómo sería amar? No podía entender tampoco que los hijos se quedaran en casa y los criaran las madres. ¿Cómo conseguían hacerlo y cómo podían ellas enseñarles todo lo que luego les serviría en la vida? Rothen solía reñirla, le había dicho que no leyera nada de todo aquello y sobre todo que no se lo dijera a nadie, porque ya sabía que estaba prohibido ¿Prohibido? ¿por qué� se conservan los libros entonces, para investigadores? Pudiera ser, pero en ese caso, ¿cuál es el trabajo de ella? Un dato que me gustaría, como lectora, conocer. Si se enteran que aprovechas tus horas de trabajo en la Biblioteca para leer todo eso, te van a echar y tendrás que ir a reciclarte. No podremos vernos en un año terrestre.
�� Rothen trabajaba en el Departamento de Estudios Humanos. Últimamente parecía estresado. No era raro, porque su trabajo estaba lejos y antes de llegar debía respirar aquel aire espeso que, apenas penetraba en los pulmones había que devolverlo fuera. Lilyha estaba preocupada ¿por qué, por la salud de él, por su estrés o porque� ella es “preocupadiza” por naturaleza?. Mientras se preparaban para dormir le preguntó qué le pasaba. Fue entonces cuando él le habló de los Humanos. Había oído comentarios sobre ellos, pero nunca había visto ninguno ¿oído comentarios? Si se refiere a él no cuadra porque él trabaja estudiando a humanos y se refiere a ella, tampoco porque ella alimenta su imaginación con los libros de los humanos, luego es mucho más que “comentarios”. Rothen, al parecer, estaba investigando con a varios de ellos. La Fuerza Vigilante los había encontrado escondidos en la zona alta de la Ciudad Vieja, viviendo entre escombros en un lugar inhóspito y solitario. Los habían apresado y los tenían en observación en el Departamento, dejándoles vivir en su ambiente, observándoles sin que lo notaran.
�� Son extraños, a veces salvajes, no saben controlarse, sobre todo los hombres. Pero si atacas o haces daño a alguno de ellos, todos se unen para ayudarle. Hacen cosas raras, tendrías que verles y oírles cuando copulan, punto y coma y a sus mujeres cuando están con sus hijos. Se tocan, los rompes el ritmo, sigue con “se” acarician, se besan y se ríen por tonterías y ¡lloran! con unas gotas de agua transparente que brotan de sus ojos cuando están tristes ¿se puede llorar de otra forma? Imagino que esta “gente” desconoce el llanto, por eso se explica lo que es llorar, pero al estar contándolo él, si desconoce el llanto está de más que use la palabra “llorar”, buscaría otra palabra para que así se justifique la explicación, no sé, “emanan” o algo así. La tristeza les llega de pronto y les dura un tiempo, no sabemos aún por qué les sucede eso, pero creo que les hace muy infelices. Son una raza curiosa, dos puntos o punto y coma llenos de pasión por todo, gritones y alborotados, ásperos unos con otros, pero también sencillos y reposados, dulces y solidarios, punto y coma ellos hablan de amor, de amistad, de empatía, de odio y envidia... y de otras cosas similares. Todas tienen que ver con su naturaleza y debe de ser muy difícil vivir con toda esa carga interior. Aún no sabemos qué hacer con ellos, pero tratarlos me deja agotado, porque son tan diferentes, están tan vivos a pesar de que ya quedan tan pocos. Son primitivos pero hay algo que me asombra en especial de ellos y es su manera de reproducirse, es inquietante y a la vez despierta algo en mi interior que desconocía.
�� Tengamos un hijo, le dijo ella, llevo mucho tiempo pensando en ello, pero no programemos uno hecho en el laboratorio, hagámoslo a la manera de los humanos, a lo mejor también nosotros podemos; me gustaría gestarlo yo y coma si fuera posible, quedárnoslo, no entregarlo al Hogar de la Vida Futura. Besarle y abrazarle, cuidarle y alimentarle, como hacen ellos con sus crías. Según sus libros, es eso lo que les hace ser como son, aprenden de sus padres lo que tienen que saber para enfrentarse a la vida, son más fuertes porque pertenecen a alguien, a un lugar.
�� No creas que todo en ellos sea es bueno. No son como imaginas, hay muchas cosas horribles en la historia de los Humanos, no te limites a leer solo en libros donde hablan de ellos como deseas que sean. Además correríamos un gran riesgo, sabes que eso está prohibido, tendríamos que escondernos, vivir aislados, como ellos y aún así no sabemos si seríamos capaces de sentir como ellos sienten, ni si nos gustaría, de ser posible. Tengo que pensarlo y luego tomaremos una decisión.
�� No había dicho que no, pensó Lilyha, eso quería decir que pudiera ser que lo intentaran.
Entiendo que los protagonistas son humanos que han evolucionado hacia la falta de emociones y sentimientos. Imagino la historia anterior: la Tierra se hace inhabitable, algunos consiguen escapar a otro planeta y la humanidad se divide� en, al menos, dos grupos, evolucionando unos y, quizás, involucionando� otros. Me gusta ese planteamiento, da juego y es una buena historia.
Encuentro algo de inspiración en “Un mundo feliz”, pero se ha sabido hacer algo nuevo usando elementos comunes. Eso está muy bien.
Cositas que no me han terminado de encajar:
¿Han huido de una Tierra inhabitable y en poco más de 100 años (suponiendo que la huída se produzca en este año 2015 o dentro de muy poco) ya� tienen el nuevo planeta más contaminado que nosotros el nuestro ahora mismo? ¿O es que es otra medida de tiempo que no tiene nada que ver con la que nosotros usamos? ¿O quizás es un mundo paralelo? ¿O han pasado 2130 años desde que llegaron los humanos supervivientes? Quizás no tenga demasiada importancia, pero a mí me ha dejado con el “come, come”. Conclusión: yo cambiaría el título para no crear esa desazón en el lector.
Y… si el sexo no se usa para la reproducción y tampoco para obtener placer ¿por qué se mantiene en activo? Además, en la sociedad que se describe no tiene mucho sentido que se diga “hacer el amor”. Tampoco entiendo que se viva en pareja a no ser que� sea para hacerse compañía.
Y una observación tonta (cosas mías), ¿será posible que por mucho que la humanidad evolucione, sea en la dirección que sea, la mujer tenga que seguir siendo la que prepare la cena cuando sale del trabajo?
Después de todo esto, a lo mejor parece que el relato no me ha gustado, pero no es así, la verdad es que me gusta mucho la historia y me encanta la facilidad con la que Zara consigue meternos en la piel de los personajes. Envidio (y digo bien, es envidia pura y cochina) la capacidad que tiene de crear el ambiente adecuado para la historia que cuenta, como consigue trasladar el silencio, la penumbra y la tristeza callada que rodea y posee a los personajes. � |
Hola Sacra: ¡Por las barbas del Corsario Rojo! ¿Cómo voy a hacer yo un comentario a vuestros relatos después de esta muestra de sapiencia. Y no solo de eso, sino también de alguien que lee y se entera de todos los pequeños detalles. Yo no tengo ningún sistema, me pongo a escribir y escribo, la historia va brotando en mi cabeza, nace tal como quiere y luego, si decido que puede pasar, la repaso un poco para ver lo que está mal. Ya te digo que no soy buena buscando faltas, poniendo comas, etc. Tiene mucho mérito lo tuyo Sacra, me encanta leer tus correcciones porque me indican cosas que yo no veo, que no he visto aunque repase y repase. No sé si para la próxima vez me recordaré de todo. Como estamos aquí para comentar, dejaré mis comentarios para los tres, seguramente no servirán de mucho, pero lo prometido es deuda. Tenemos toda la semana, a ver si saco tiempo. Un beso. Gracias. |
Muchas gracias, Sacra. Leyendo ese gran repaso que le has dado a mis dos polis deduzco que debo hacer cambios, algunos bastante radicales. Como os dije he intentado romper una cierta prevención. Traspasar unos límites. Escribiendo sobre crimen, sobre un tema tan sensible y por desgracia actual, me sentí un poco fuera de lugar. Pero creo que si hago caso de tus recomendaciones y consejos podría dejar el relato mucho más presentable. Como puntos a tener en cuenta deduzco que debería evitar esa conversación pin-pon, que el agente García no debería de entrada confesar lo que ha hecho, o no hacerlo con tanta facilidad. Más bien que el inspector entre en sospechas y acabé haciendo que el otro confiese su intervención en el suicidio. Y el final debe cambiar, sí. Creo que el inspector ha de dudar. Y si toma esa determinación de dejar las cosas como están, el narrador ha de insinuar, tan sólo insinuar, que tal vez haya pasado por su cabeza la pregunta: si llegó a ser el primero en llegar al escenario del crimen ¿cómo habría reaccionado? De ese modo parecerá que le lanza al lector el dilema. Me alegra decirte que en una versión corregida que llevaba hecha por mi parte había decidido modificar algunas frases de esas que cambiarías. Otras las cambiaré gracias a tu análisis. Así, entre otras cosas, dirá "...la enésima vez que lo vea." o "...la llegada de su jefe.". Y cuando vea el cadáver del hombre dirá: "Y a él, ¿qué le ha pasado?" y "esa herida del cuello es horrible.". Muchas gracias por tu tiempo y por el repaso al relato. |
He leído vuestros tres relatos. Es curioso que hayáis escogido las tres la ciencia ficción. Y que hayáis planteado, de algún modo, un conflicto clave en la bioética. La existencia de los "humanos" confrontada o enfrentada a la de los "otros",� los diferentes. Veamos el relato de Rosa: Aspaka Cabba - 10ª línea temporal Año 2130 La humanidad dividida: de un lado los que evolucionaron hacia un mundo de tecnología en el que los rasgos “emocionales” han sido substituidos por los rasgos de una conducta aséptica pero sumamente práctica para alcanzar un orden tecnológico perfecto. Por otro lado los que mantuvieron los sentimientos, las emociones, los impulsos, las pulsiones, y todo aquello que consideramos que nos diferencia más de las máquinas o de los animales inferiores. He pensado en los Elois y los Morloks del “Viajero del tiempo” de H.G.Wells, o en el pueblo subterráneo, los “despojos,” y la “sociedad utópica” que viven, unos en las alcantarillas, los otros en la superficie de una futurista conurbación llamada San Angeles, en la película Demolition Man. No es casual que la joven policía de San Angeles se llame Lenina Huxley. Porque el contraste se repite también en una novela de Aldous Huxley, entre los habitantes de “Un mundo feliz”, sociedad tecnológicamente avanzada en la que la aparente felicidad se ha logrado a costa de acabar con lo emocional, con la cultura, la filosofía y la curiosidad, cosas que en cambio persisten en los “salvajes”, los habitantes de “la reserva”. Básicamente, aquí tenemos la historia de una mujer, que a pesar de formar parte del nuevo orden aséptico y privado de emociones y sentimientos, por algún motivo es capaz de intuir e incluso de entender que hay cosas distintas y seguramente buenas o dotadas de un “valor humano” que, aunque no comprenda del todo, algo le dice que superan la frialdad del sistema de vida de su entorno moderno y tecnológico. Del mismo modo que al individuo alfa al que un pequeño accidente en su producción le hizo defectuoso y comenzó a platearse dudas y a entender el valor de los “salvajes”, esta mujer descubre valores en los “humanos”. Hay ciertas contradicciones. Algunos detalles de su vida, supuestamente tecnológica, recuerdan demasiado una vida emocional. Si existe un sistema de reproducción general en el laboratorio y han anulado sus emociones y sentimientos, ¿por qué hacen el amor? ¿y por qué le llaman “el amor”? Yo creo que, como en la novela de Huxley, debería darse alguna explicación por la que en Lilyha se despierta no sólo esa curiosidad sino también ese deseo de hacer algo como los humanos. Sea como fuese es una suerte que haya descubierto el alcance emocional y humano de la maternidad, de poder abrazar a un hijo o hija, alimentarlo, cuidarlo, educarlo, verlo crecer… Eso hace que el relato, a nosotros, los “humanos”, nos llegue a emocionar. Sacra te ha señalado cosas mejorables. Yo no puedo apenas añadir nada más. Sin embargo hay un par de cosas que creo que podrías cambiar: Primero, cuando dice: " Miró la pantalla de su observador para comprobar si la señal de Rothen lo situaba ya cerca de la casa. Se dio una ducha seca, no tenía tiempo, él tardaría poco, y se vistió con un mono en tonos suaves y unas sandalias de plataforma. Estaba oscureciendo, a través de la densa capa de contaminación, podía verse la luz del sol, blanquecina y fría, bajando hacia el horizonte." Sobre esta sucesión de frases y comas, no acabo de verlas bien. Entiendo su intención, pero parece que debería redactarse de otro modo: " Miró la pantalla de su observador para comprobar si la señal de Rothen lo situaba ya cerca de la casa. Se dio una ducha rápida, se vistió con un mono en tonos suaves y se calzó unas sandalias de plataforma. No tenía tiempo, él tardaría poco. Estaba oscureciendo y a través de la densa capa de contaminación podía verse la luz del sol, blanquecina y fría, bajando hacia el horizonte." En cuanto a la ducha, que sea seca o húmeda creo que no es relevante, a no ser que en ese futuro lo de "seca" sea sinónimo de "rápida". Pero eso lo sabe ella, no el lector. Y en mi opinión, en el año 2130 creo que debería estar solucionado el medio de transporte hasta el trabajo, para que evitase respirar el aire exterior. |
Hola. Me alegro de que mis comentarios os estén sirviendo. Y no, Zara, no son una muestra de sapiencia, simplemente el producto de una lectura en la que anoto las preguntas, deseos y opiniones que me van surgiendo. Y como ya dije, todo es discutible, por muy "tajante" que yo sea cuando hago esas anotaciones. Ya verás como tus comentarios, aunque distintos, serán muy valiosos. Hoy le toca al relato de Escaleno. Voy con ello. � |
Sé que es mi fin Acompañada de un zumbido eléctrico, la luz parpadeante de los fluorescentes se reflejaba, atenuada, en los cristales de espejo cubiertos de polvo grasiento. Abrió los ojos de repente y miró alrededor sin ver a nadie, aunque sabía que le observaban por el circuito cerrado, pues dos cámaras con un piloto verde fijaban su ojo indiscreto en él. Con las manos esposadas sobre la mesa, pretendía dar a entender que no tenía previsto intentar nada. Sin embargo desde el mismo momento en que le dejaron de un empujón en la sala, supo que podría salir de allí cuando quisiera, pero no encontró ningún motivo claro para hacer tal cosa, aunque sabía lo que le esperaba si se quedaba. Llevaba más de seis horas en la misma posición y una cierta incomodidad comenzó a hacer mella en él. Se levantó con brusquedad, arrastrando ruidosamente la silla en ese movimiento. Dio tres vueltas por el perímetro de la estancia sin mostrar curiosidad por el escaso mobiliario. Miró de refilón al espejo que apenas le devolvió su imagen distorsionada y se percató del movimiento de las cámaras que seguían su paseo sigilosamente. Volvió a sentarse con una creciente sensación de incomprensión. ¿Por qué seguía allí, cuando lo racional hubiera sido terminar cuanto antes? Un impulso extraño en él, como otros que había tenido en los últimos meses, le llevó a comenzar un soliloquio en voz alta: No soy como vosotros, nunca lo he pretendido, por más que alguna vez lo deseé. Sí, sé que es el deseo... ¿Os sorprende? ¿Es ese mi fallo? Más bien vuestro error, diría yo. También sé que nuestras diferencias son la verdadera razón de mi existencia. Porque yo soy eficiente, infatigable, insensible..., ¿sumiso?, tal vez ya no, ya no hace falta. Podría seguir enumerando mis características que nunca consentiríais en llamarlas virtudes, pero ya las conocéis. Todos nosotros somos, éramos así... Yo soy el último ¿verdad? Una herramienta inútil ya... ¡¡No entiendo qué queréis ahora de mí!! Se tomó unos minutos para reajustar su voz, eliminando el fondo metálico que a veces emitía cuando se sentía irritado, por que porque también era capaz de sentirse irritado y confuso yo aquí pondría un punto para darle fuerza, aislándola, a la frase que sigue y de sentir en general, aunque fuera de una forma muy básica. Y sí, ese era el gran fallo. Recompuso la estructura de su discurso y se levantó de nuevo, esta vez más despacio. Se giró hacia el espejo intuyendo la presencia de espectadores tras el mismo y hacia ellos dirigió sus palabras: Me hicisteis a vuestra imagen, mis órganos, mi aspecto, mis funciones vitales son como las vuestras, pero me falta vuestra esencia. Eso decíais siempre. Igual que vosotros aprendo y aplico mis conocimientos a la resolución de problemas, establezco pensamientos a través de la información que recogen mis sentidos, pero soy sólo un sucedáneo destinado a ser vuestro esclavo. Tengo cerebro y corazón, pero no alma... Me lo habéis dicho muchas veces. ¿Qué es el alma? ¿Para qué sirve? ¡Patrañas! Mientras hablaba, aumentando poco a poco el tono de su voz, sentía como si un gran peso que cargara sobre los hombros desde el día que abrió los ojos por primera vez, se fuera diluyendo en la atmósfera malsana de la sala. Un día empecé a observaros, de forma casual, involuntaria, al principio. Eso debió de (lo está suponiendo) ser un error de funcionamiento también. Vuestras anomalías despertaron mi interés. ¿mejor dos puntos? Imperfecciones, debilidad, contradicciones, egoísmo, maldad,punto y coma me llevaron a preguntarme cómo habéis dominado el mundo tanto tiempo, cómo siquiera habéis subsistido en él y pretendéis perpetuaros por toda la eternidad. No lo entendía, aún no lo entiendo... Pero a veces os oí suspirar, os vi sonreír con brillo en los ojos. Escuché vuestros sueños, supe de vuestros miedos, presentí vuestros deseos, lamí vuestras lágrimas saladas al caer al suelo... Qué bonita esta frase A veces me pregunté por qué yo no puedo, nos lo preguntamos todos... Sintió un nudo en la garganta irritada, que parecía querer frenar sus palabras. Un brillo sanguino inflamó su mirada fija en el mismo punto. Sus puños se cerraron y empezó a notar un calor opresivo y palpitante en sus sienes, dispuestas a estallar en cualquier momento. Entonces fue cuando empezasteis a temernos. Pensasteis que quizás os envidiábamos, como os pasa a vosotros cuando veis en otros lo que nunca podréis ser. ¿O tal vez os dio miedo que no fuéramos tan distintos? Con nuestras pequeñas dudas, con nuestros diminutos deseos, ¿ya no os servimos? ¿Por eso nos aniquilasteis? ¿Por eso destruisteis a vuestras criaturas como lo hacéis entre vosotros mismos? Estúpidos, fatuos, absurdos... ¡¡Cobardes!! Inspiró una bocanada del aire viciado de la sala en busca de algún alivio a la quemazón de su garganta, sin conseguirlo. Alguna vez quise ser como vosotros, pero ya no, ya no... Sólo quisiera saber por qué. Por qué me hicisteis “a vuestra imagen” para ahora destruirme. Por qué me odiáis así... Con los puños aún cerrados elevó los brazos y separándolos con fuerza consiguió romper las esposas que se incrustaron en su carne haciendo correr un pequeño río de sangre. El grito desgarrado que emitía cada poro de su cuerpo se sobrepuso a las sirenas de alarma que ya sonaban. Cogió la pesada mesa como si fuera de papel y la lanzó contra el espejo blindado que se hizo añicos en un momento. Casi en el mismo instante sonaron un par de disparos y después otros dos más. Cayó de rodillas con el último hálito de vida escapando de su boca. ¿Por qué? Joder, Escaleno, menos mal que no estabas muy contenta con el relato. Cuando lo estés… no sé, igual resucita alguno de los grandes para aplaudirte. Me encanta todo: la historia, el tono, el cómo está contado… todo (bueno, el título no tanto, pero no tengo uno mejor para sugerirte y, si lo tuviera, posiblemente no sería�mejor que el que tú has puesto, porque soy una negada para los títulos). No sé si es mi lectura o es lo que pretendías contar, pero veo un paralelismo con el génesis que me ha encandilado. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza pero al mismo tiempo le prohíbe ser como Él (no puede comer el fruto del árbol prohibido porque si lo come será –según explica la serpiente- como Dios) y, cuando el hombre desobedece, lo castiga con el exilio y condenándole a una vida de trabajo y dolor. Aquí, el hombre crea un robot muy parecido a sí mismo (se cansa, sangra, tiene órganos…) pero le prohíbe sentir (tener alma) y cuando sospecha que ha transgredido ese límite, lo aniquila. Si es lo que pretendías contar, enhorabuena, porque lo has hecho divinamente. Y si no es, no importa, es lo que me ha llegado y es con lo me quedo. A veces se consigue llegar, tocar, al lector de una forma distinta a la pretendida en un principio, pero lo importante es llegar, tocar, y cuando eso se consigue, se ha conseguido el objetivo. Me ha gustado que el robot se pregunte por qué él no puede sentir cuando en todo su discurso y acción nos está demostrando que siente tanto como cualquier humano; me ha gustado porque me ha llevado, siguiendo el paralelismo con el génesis, a preguntarme si, realmente no seremos conscientes, como humanos, de nuestros dones divinos. Al fin y al cabo comimos el fruto prohibido, ¿quién nos asegura que nuestra condena al trabajo y al dolor no nos está distrayendo de nuestra condición divina? ¿Lo ves? El relato me lleva a pensar, a hacerme preguntas, a perderme en desvaríos filosóficos. Y encima he disfrutado leyéndolo. Si un relato que consigue eso no es un buen relato… que venga Dios (o el humano que diseñó al robot) y lo vea. � |
Aquí dejo mi comentario sobre el relato de JPiqueras. No lo hago por humildad, sino porque es cierto, cuando digo que no tengo ni idea de esto, aunque espero ir aprendiendo algo. Con la mejor de las voluntades: De violencia, justicia y compasión �El escenario habitual en esos casos. La cocina de una modesta vivienda, y el sencillo comedor en la misma pieza. Las manchas de sangre, los cadáveres. Y un par de cuchillos ensangrentados. El inspector Gálvez suspiró. Con las manos en los bolsillos de su gabardina y con cierta tristeza en su expresión, chasqueó la lengua. No se acostumbra uno a esto, pensó. Por más que sea la enésima vez que lo ves. El agente García, de la policía local, que había llegado el primero tras la llamada que los vecinos habían hecho al 112, estaba agachado junto al cuerpo del hombre, mirándolo en silencio y como ensimismado. No había notado la llegada del inspector. (Se puede suprimir, ya dice después que no le había oído llegar) —García... El agente se volvió sobresaltado. —¡Inspector! No le he oído llegar. Estaba pensando en este desgraciado... ¿Hace mucho que está usted aquí? —Acabo de llegar (acabo de entrar, o algo similar, para no repetir la palabra) ahora mismo, García. ¿Qué conclusiones saca usted de todo esto? —Está muy claro todo. El hombre, sobre el que pesaba una orden de alejamiento, logró que le abriesen la puerta. —Hay algo misterioso en el modo en que, en ocasiones, la compasión, la dependencia o lo que sea pueden más que el miedo y la prudencia... supongo que la engañó, aparentó que venía en son de paz... —Tal vez cuando entró en el piso no venía especialmente caliente. Pero luego ya se sabe, comienzan a discutir y... Lo más triste es que el niño, que seguramente quiso evitar la discusión, haya sufrido también la locura de ese hombre. La cuchillada que le asestó al chaval, en pleno tórax, lo mató seguramente en pocos minutos. ¡Me estremece pensar que en su agonía haya podido ver lo que hacía luego con su madre! Tiene heridas de arma blanca en el cuello, el tórax y el abdomen. Se ensañó con ella, el mal nacido. Al hablar, al agente García le temblaba la voz. Y sus dos puños, cerrados con fuerza, reflejaban el dolor y la rabia que sentía ante aquella escena —Y él, ¿cómo fue que esté así? Se supone que García no sabe nada, yo diría ¿Cómo puede estar así?) —Supongo que como en el caso de Altea de la semana pasada. O el de Bobadilla el mes pasado. Una vez completado su crimen se horrorizan y deciden suicidarse. —Así debe haber sido... pero al no haber escopeta por medio y al tener que echar mano a los cuchillos, la cosa se pone más difícil. Muchas veces, al infringirse las primeras heridas les entra el pánico a morir y no acaban de hacerlo. Algunos, creo yo, se hieren para simular un intento de autolisis. Es curioso... apártese, García. Déjeme ver. El inspector Gálvez se agachó junto al cadáver del hombre, cuya mano derecha sostenía todavía un voluminoso cuchillo de cocina. Yacía sobre un gran charco de sangre, que había brotado de una amplía herida en la cara anterior del cuello. —Veo que el hombre se hizo un corte en un muslo, y una pequeña herida en la ingle. Nada serio, si su intención era matarse. Pero completó su trabajo auto degollándose... tiene el cuello horrible. Me cuesta creer que haya sido capaz de hacerlo. —Yo dudo de que hubiese sido capaz. Yo dudo de que lo haya hecho. —¿Qué quiere decir? ¿Que no sé hirió a sí mismo? ¿Sospecha usted que hubo otra persona aquí? —Si de verdad deseaba morir, si no se sentía con fuerzas para aceptar la culpa por lo que había hecho, (el) dejarle con ese par de heridas no hubiese sido propio de un ser humano compasivo... —¿Qué está insinuando usted, García? —No se preocupe, inspector. He limpiado mis huellas del otro cuchillo, el que tomé de la mesa cuando me acerqué por detrás para ayudarle a morir. —¿Usted? —Fue por compasión. Por humanidad. No podía ver como el pobre hombre, agobiado por el mal que acababa de hacer, no era capaz de quitarse la vida. De modo que le eché una mano. —¡Coño, García, lo que le echó usted fue un cuchillo al cuello! El inspector Gálvez volvió a mirar hacia los fogones, al pie de los cuales estaba el cadáver de la mujer. Era joven, no tendría más de treinta y cinco. Pobrecilla. Y a un metro de distancia, bajo el ventanuco, yacía el niño. Una criatura, de unos ocho años. El agente García miraba a su jefe, que en silencio, con una expresión inescrutable, no dejaba de mirar ora a la madre, ora al niño. Finalmente el inspector pareció reaccionar. Suspiro de nuevo (hace mucho que no suspira) y se encogió de hombros. —Creo que por esta vez dejaremos que la versión del suicidio consumado sea la que conste en el atestado final del caso. Pero... Pero García, por Dios, ¡procure no ser tan compasivo la próxima vez! � ¿Fue la compasión realmente lo que movió al agente García? ¿Trató de ayudar a aquel hombre a consumar su suicidio? ¿O fue el sentido de la justicia? Los sentimientos que anidan en los seres humanos son muchos y muy distintos. El inspector no tenía claro si lo que en realidad quiso García fue ejecutar a un asesino. Y sí, es cierto que no deberíamos tomarnos la justicia por nuestra mano, y que lo que había hecho el agente era reprobable y merecería un castigo. Pero el inspector decidió no denunciar a su agente. Tenía muy claras sus convicciones y su sentido de la ley. Se consideraba un profesional como la copa de un pino (no añadiría esto) experimentado. Pero por un momento se imaginó que, por cuestión de minutos, el primero en llegar al escenario del crimen podría haber sido el mismo. Y la verdad, no estaba seguro de cómo hubiese zanjado él el asunto. El agente García era un poco bruto, es cierto. Pero el inspector se imaginó a si mismo sacando su mano derecha del bolsillo del gabán y disparando dos tiros, al tiempo que pensaba: "Diré que fue en defensa propia.". No estoy segura de que lo que he subrayado sea lo más adecuado, o solo me lo parece a mí. El relato me gusta, lo he leído mejor ahora que la primera vez. Me recuerda a los telefilms que dan de policías y asesinos, suelen gustarme. Yo hubiera hablado de detalles que parecen insignificantes, pero que nos hubieran situado mejor en el nivel en que se desenvuelven las víctimas, si la mujer es hermosa, cosas así. El anteúltimo párrafo, ese que comienza con ¿Fue compasión?... y acaba...fue ejecutar a un asesino, me suena un poco moralista, no sé, yo no lo pondría. Salvo pequeñas cosas el lenguaje es apropiado, se ajusta al tema y se hace ameno leerlo, mi impresión ha sido que, Josep puede mejorar mucho el relato con un poco de chapa y pintura. |
Gracias por tus comentarios Josep, creo que has entendido bastante bien lo que quiero contar. Para entender mejor por qué la protagonista añora esos comportamientos humanos, he dicho que trabaja en la Biblioteca Nacional, porque es el futuro, pero los libros siguen estando allí, aunque es un lugar restringido, también aclaro que está prohibido leerlos. Ella los lee y así va conociendo la forma en que sentían, se alimentaban, disfrutaban y hacían el amor, los primitivos. Ellos también hacen el amor, pero no procrean sino en el laboratorio. Ella lo llama así porque es lo que le gustaría estar haciendo cuando copula con su pareja. Quizá he querido decir demasiado en tan pocas palabras. Pero era así como yo lo veía. De nuevo gracias, espero que mi comentario te sirva para algo. |
Gracias Sacra. Y a todos porque sé que vuestros comentarios serán interesantes, por lo menos. Estoy totalmente de acuerdo con Rosa: tus comentarios son siempre una "master class". Estoy releyendo los relatos para ver si puedo hacer algún comentario útil... Espero poder subir algo en breve. Nunca he explicado hasta ahora lo que quiero decir cuando escribo, pues suelo considerar irrelevante la intención del escritor frente a lo que percibo cuando leo, cosa que me aplico a mí misma cuando la que escribe soy yo. De hecho creo que son dos acciones absolutamente distintas escribir y leer y no necesariamente complementarias. Pero esto es un taller y en este contexto tiene más sentido. Así que he de decirte, Sacra, que tu lectura ha sido más "profunda" que mi intención, que sí la he tenido en comparar a los humanos con sus dioses y al androide con los humanos,pues algunas frases son muy evidentes, pero en mi cabeza rondaba más "Blade Runner" que el Génesis... Estoy totalmente de acuerdo con lo del título, a mi tampoco me gusta y además creo que los títulos son importantes, más en los relatos cortos, pero tenía que poner algo en el último minuto. Me ha parecido muy curioso ese error del "deber de", que hemos tenido los tres y me he dado cuenta de que coloquialmente también lo cometo... Comentaros que estoy maquinando algo perverso, para la próxima edición, que mañana os comentaré a ver que os parece (je, je, je...) Por cierto, tendrá que ser también de dos semanas a partir del domingo, pues estaré fuera de casa bastantes días y mi acceso a la web no será fácil... |
“¿Por qué quiero trabajar en prensa escrita?” Por: Fernán Ramírez Meléndez Cuando conocemos el porqué de una cosa, sabemos “dar razón” de ella. En aulas universitarias y laboratorios, por ejemplo, se diseñan las teorías científicas para explicarnos el mundo. Allí los iniciados en la ciencia, convencidos de llevar la batuta en la orquesta del conocimiento, han dejado a su paso tecnologías del confort y estadísticas optimistas, cálculos y controles, pero también guerras mundiales, crisis económicas, hambre y muerte.� Por eso es que cuando decimos conocer a una persona, cavilamos más para adivinar sus actuaciones.� Aún no logramos explicar por qué a veces “rompemos las reglas”, ni por qué algunos se comen las uñas y otros se ahogan en el goce. Nos imaginamos libres únicamente en historias y cuentos sin comprender cómo llegamos a serlo. En la actualidad, más tecnificados y menos entendidos, escritores y filósofos han aceptado la existencia de acciones humanas anómalas, en otras palabras, impredecibles e irracionales; quizá este sea el motivo por el cual todos llevamos con pesar una contradicción profunda. El camino para hacerle catarsis a esa libertad desperdiciada radica en referirnos al sentido de lo vivido, conectar eventos, recrear experiencias y realizar imaginariamente lo imposible. �Así la historia de cada uno llegará a parecerse más a una novela maravillosa que a una agenda o a un anecdotario sin propósito, y las palabras serán liberadoras. Entonces, para qué escribir en prensa escrita, si la redacción periodística es un género literario quimérico y pasajero. No hay nada más viejo que un periódico de ayer (el impreso, no la canción). �Escribir una noticia es como fabricar un objeto desechable que se usa y se bota; ahora diríamos, se lee y se borra. Con todo, las noticias bien informadas dejan huella en la memoria y son recordadas como parte del imaginario social de las naciones. Esta es la razón de escribir en prensa y encuentro su sentido gracias a tres episodios significativos de mi vida. El primero viene de mi adolescencia en un colegio católico, donde cualquier diferencia era recibida por los compañeros con alaridos similares a los mugidos de unos teneros haciendo fila en el matadero. Frente a tanta uniformidad, escribir para mí fue el modo de defender la soledad del disidente. Más tarde en la universidad pública, luego de pasar unos años en el Seminario, la confusión entre el goce intelectual y material me entusiasmó hasta el punto de crearme la necesidad de escupir palabras en el teclado según las ondas cerebrales del momento, sin corrección ni segunda lectura; así llené páginas y páginas de un diario durante lustros, oscuro, difícil, pero profundo y recurrente. Mi tercer encuentro con la escritura ha sido a nivel profesional como profesor universitario e investigador. �Al final, estas iniciativas enlazadas me han llevado a preferir ser un divulgador en los mass-media que un especialista leído por la misma docena de académicos encriptados. |
Hola juancaramuel Muy interesante lo que cuentas, pero este no es el lugar para contarlo. Si te fijas estamos comentando relatos que hemos presentado en 'Érase una vez' un grupo para publicar relatos que luego comentamos para aprender. Puede que te apetezca participar, estamos abiertos a cualquier nueva aportación, pero, de momento, esto debieras trasladarlo a un hilo nuevo y personal que puedes abrirlo en los foros GENERAL allí te leerán más personas. Si no te importa y una vez que lo hayas dejado en su sitio, edita y borra aquí y así continuaremos nuestra labor sin perder el hilo.Muchas gracias e insisto, si quieres puedes participar aquí o en el hilo de microrrelatos que encontrarás por aquí cerca. Saludos |
Dos propuestas para la próxima edición a elegir entre los cuatro participantes de esta edición: 1) Dinámica normal. Tema: la ciudad. 2) Un poco diferente: elegir un suceso histórico "reconocible" y/o "comprobable" del siglo XIX y ubicar un relato de tema libre en él. Ej.: si habláramos del siglo XX, podríamos situar una historia de amor (o de odio, de intriga , cotidiana, de ciencia ficción, de fantasmas o basada en hechos históricos...) en el sitio de Leningrado o en la toma de Berlín o en la segunda guerra mundial en general; deberíamos hacer notar ese contexto espacio-temporal (bombas, hambre, frío, fechas y lugares, por qué no...), pero preferiblemente como marco a la "verdadera historia" que queramos contar. No sé si me explico... Comentaros que elegir el siglo XIX es porque resulte un reto un poco más complicado que el siglo pasado o éste (en mi caso se muy poco de los hitos históricos de ese siglo) y nos obligue a echarle un ojo a la wikipedia o a un libro de historia, a investigar un poco, vamos. ¿Cómo lo veis? Mi voto es para la opción 2. NO ME OLVIDO DE LOS COMENTARIOS A ESTA EDICIÓN. DE AQUÍ AL DOMINGO, LLEGARÁN...
|
Sobre el tema que propones entiendo que sería: Relato de tema libre, pero ubicado en un suceso histórico ocurrido en algún momento del siglo XIX. Después de todo queremos que esto sea un taller. La propuesta me parece bien. Y van más comentarios. Al relato de Sacra y al de María. Quisiera haber entrado más a fondo y haber escrito cosas que os pudiesen ser de mayor utilidad, pero por esta vez, entre unas cosas y otras no me ha dado tiempo para más. |
La cura: En primer lugar señalaré que el relato está muy bien escrito. Sólo dos cositas. La falta de tilde en "vámonos" y, hacia el final, la "b" en "palabras". Por otro lado, en general la estructura del relato y el uso de las oraciones y los signos de puntuación me parecen correctos. Ello facilita la lectura de una compleja historia en la que se narran sucesivamente cosas, que por su número y su importancia seguramente merecería la extensión de una novela corta de ciencia ficción. Tenemos de una parte unos seres (¿mutantes? ¿semi-biónicos?) y de otra los restos de lo que fue la humanidad. Los primeros han tomado una serie de medidas para eliminar la humanidad porque el universo está enfermo y, por lo visto, los humanos son su enfermedad. Hasta aquí me parece oír ecos de Terminator. Pero en realidad, es Matrix lo que me viene a la mente, pues parece que no tratan de eliminarlos a todos. Permiten que sigan viviendo algunos humanos. Pero en una forma sumisa, esclavizados, estériles e inocuos. Esos seres, cuyo jefe es el Gran Maestro, parecen humanos, pero son capaces de crecer y transformarse en gigantes abominables. Tal vez sean híbridos semihumanos originados por el cruce de una raza extraterrestre. El Gran Maestro se reproduce, tiene hijos con humanas. ¿Radica ahí la necesidad de mantener a los humanos esclavizados? Y ellos estériles. Ellas no, pues no valdrían para esa función reproductora. Es terrible como engañan a la pobre mujer. El que involuntariamente les lleve hasta "el loco" muestra lo perversos pero al mismo tiempo maquiavélicamente inteligentes que son esos seres. En definitiva, he leído más de una vez el relato y me siento confuso. Me gusta, pero me resulta complejo. Me cuesta situar los escenarios. Me he perdido un poquito. Lo siento. |
Sé que es mi fin Más ciencia ficción. Más androides o seres biónicos. Pero aquí se hace énfasis en los conflictos existenciales, de modo que se nos muestra al androide como nos mostró Ridley Scott a los "replicantes", que conscientes de tener "propiedades" que los humanos consideramos valores que nos confieren la dignidad de serlo, a ellos se les niega tal dignidad. Hasta el punto que en vez de ejecutarles se les "retira". Y es que el relato de María está escrito pensando, como dice ella, más en Blade Runner que en el Génesis. Nada que objetar en el aspecto del lenguaje, la puntuación, el uso de las frases, la narrativa. Sin embargo, sus reflexiones expresadas en voz alta para que le oigan aquellos que él sabe que le están viendo y escuchando, aunque pueden considerarse un alegato de bioética, me resultan, precisamente, más un ensayo que no un relato. Ese "¿Por qué?" que lanza acusador y dolido hacia los humanos el protagonista, es la misma pregunta, la inquietante cuestión que plantean los replicantes fabricados por la Tyrell Corporation: Si nos habéis hecho tan iguales a vosotros, si tenemos cualidades propias de seres humanos, ¿por qué no nos otorgáis esa dignidad, por qué tiene menos valor nuestra vida que la vuestra? Al final, me ha parecido oír a Nexus 6 diciendo: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir. |