Crisis final -����� —¡Me estoy muriendo! –exclamó la anciana desde la cama. -����� —¡Me muero y no haces nada! –continuó tras una pausa-. Ahí estás, con la misma cara larga de siempre, como si no te importara nada. -���� — Sí, heredar, claro –respondió la mujer de mediana edad. -����� —Como si no lo supiera, haberte parido para este pago… -se quedó sin aliento. -���� — ¡Anda, calla, mamá! Siempre igual. ¡Que solo tienes un catarro, coño! -���� — Muchos mueren de eso a mi edad –murmuró la vieja. -���� — Tú no. A ver, ¿qué quieres comer? -���� — Hazme un caldito, anda –suspiró la enferma. |
DEBATE -¡Me estoy muriendo de la risa! -exclamó José. -¿Qué es? -preguntó Carlos, señalando el periódico con la cabeza. -Estos de Podemos... ¡Tienen unas ideas de bomberos! -Yo les veo una gente muy sensata -opinó Carlos removiendo el café-. Estos son los que van a dar por saco a todos los demás, ya verás. -Sí, ¡sobre todo a nosotros! -¿Qué dices, hombre? Estos nos sacan del hoyo. Además, ahora están de moda. Por algo será. José dobló el periódico, lo dejó con desgana encima de la mesa y dijo: -Cuando en este país se pone algo de moda, échate a temblar. |
El eco de tu risa Me estoy muriendo. Boqueo como un pez fuera del agua. Oigo tu risa alegre y desinhibida burlándose de mí. Sé que has sido tú. Un dolor insoportable me oprime el pecho y siento como todo llega a su fin. Me incorporo de repente abriendo los ojos con alivio. ¡La puta pesadilla de todas las noches! Pero esta vez el aire no me llega a los pulmones y tus carcajadas sí... |
Un error fatal
–Me estoy muriendo, comandante... no... puedo ver nada... Me siento... débil...
–Capitán... procure... no abandonar... la formación...
–Lo siento... señor... es... es... el fin.
–Maldita sea... esta invasión... fue... un error... desde el principio...
Desprovistos de su campana protectora e incapaces de comunicarse
entre ellos, los trípodes comenzaron a caer uno tras otro, incendiándose
al poco de tocar el suelo.
Tras entrar en nuestra atmósfera, los marcianos comenzaron a
respirar nuestro oxígeno, y las bacterias que a nosotros no nos afectan
causaron su muerte. Milagrosamente, la Humanidad se había salvado
gracias a los seres más pequeños de toda la Creación. |
Consecuencias
—Me estoy muriendo. —Lo sé, cariño, lo sé.
—¡Dios, cómo duele, maldita! ¿Es que quieres alargar mi agonía? ¿No vas a hacer nada?
Ella, moviendo negativamente la cabeza, se volvió a mirarle.
—¿De qué te quejas? ¿No te avisé muchas veces que esto terminaría así?
—¿Cómo iba yo a pensar…? ¡Ah! —y acabó su agonía.
—No creías que yo sería capaz, ¿eh? Machista de mierda.
Y acabado de limpiar todo, salió de la casa.
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Soy muy mala Me estoy muriendo de ganas por estar otra vez a tus pies, sin ropa, sin nada, con las nalgas amoratadas y llenas de líneas rojas dibujadas en mi piel con tu fusta despiadada.� -Vaya! Te ha salido una especie de verso.� -No te burles por favor.� -Pasa, como ves, esta noche tendrás compañía, es lo que ocurre por presentarse sin avisar.� -Gracias... gracias... gracias... -Hum, empezamos mal, todavía no te he ordenado que te arrodillaras.� -Y me vas a tener que castigar. -No lo digas otra vez. -Sí. Lo diré... !Gracias! |
Soledad en tiempos de las redes sociales � Me estoy muriendo- repetía con voz ahogada. Pero el silencio se encargaba de absorber la noticia una y otra vez. Sus palabras caían al vacío. Ni las paredes que tanto le asfixiaban se inmutaron. � Treinta días después, los vecinos alertaron de mal olor procedente del 1ºA. Se acercó con rapidez una dotación de bomberos junto con dos agentes de policía. Al derribar la puerta, uno de los agentes creyó escuchar el eco de un lamento. Pero ya era tarde. En el salón de la casa, postrado en el sofá frente a la ventana, les esperaba el cadáver de un anciano. |