Comienzo Salió volando como si aquello fuera un sueño. “¡Arriba, arriba!” gritaba Wilbur. El viento era contrario pero suave. “Uno, dos, tres…” fue contando mientras el aparato seguía planeando más y más tiempo. Cuando llegaba a 57 se posó como un pájaro grande y maltrecho. Se alzó una mano desde la cabina y un entusiasmado Orville saltó hasta el suelo, gritando. El telegrafista le miró, sin comprender. “Vamos ¿qué espera?” insistió Wilbur. “Cuatro vuelos exitosos esta mañana, todos contra viento de veintiuna millas, velocidad media en el aire de treinta y una millas, informe a la prensa, en casa para Navidad”. |
Expediente 206 Salió volando del baño con los pantalones a medio subir alertado por las voces. -He visto algo en la 3 -aseguró clavando el dedo en el monitor-. Ve a echar un vistazo. Abandonó la garita, linterna en mano, camino del almacén. -... ni cagar puedo -refunfuñó. Tras ignorar obscenos gestos desde seis escenarios diferentes, pegó la cara al panel cuando apareció en el indicado. El haz de luz recorrió la estancia, cuando pasó por una esquina, pudo vislumbrar el pálido cuerpo de un niño cara a la pared. Se giró hacia la cámara encogido de hombros, negando con la cabeza. |
Intimidad Salió volando, pasó sobre mi cabeza regalándome un soplo de aire cálido, en el pico un insecto que aleteaba desesperado y luego desapareció en la espesura. Un destello amarillo, otro azul en las plumas y el pico largo y puntiagudo cargado con su presa. Seguí remando y observando la vida escondida entre la vegetación y las aguas tranquilas del río. Volví a verlo posado en la rama de un árbol, apunté con mi objetivo, no estaba solo, depositaba delicadamente su botín en el pico de la hembra. Rápidamente hice la foto. Eran abejarucos. Gané el premio con ella. |
Efectos secundarios Salió volando, agitando con energía los brazos, abriendo la boca para recibir una bocanada de aire fresco. Abrió los ojos y vio, extrañado, que un enorme muro gris se acercaba a velocidad de vértigo. Comprendió que no podría evitarlo y se preparó para el impacto. Dos investigadores del centro militar de alto rendimiento miraban el cuerpo de aquel voluntario, retorcido en medio de un charco de su propia sangre. �-Debimos suponer que usar ácido ribonucleico de cerebro de halcón para mejorar el rendimiento de nuestros pilotos podría tener inesperados efectos secundarios. Detened el programa Halcón de inmediato. -Sí, señor. |
El experimento –Salió volando por la ventana -dijo el doctor muy despacio para después agregar–: ¿por dónde salió volando el pájaro? –Por... por... la... ven... veeentanaaa... –respondió Susana con dificultad. –¡Por la ventana! ¡Claro que sí! –contestó el doctor aplaudiendo–. ¡Muy bien! Ahora coloca las tarjetas en su caja correspondiente. Mientras Susana se empleaba en la tarea con ahínco, el doctor sonreía complacido. Si había sido capaz de volver a enseñarle los rudimentos del lenguaje a aquella joven, era bastante probable que, después de varios años de forzado aislamiento en aquel sótano, consiguiera que le llamase "papá". |