Asumir que Dios creó el infinito y a la humanidad es una cuestión de fe. Aceptar como válido el argumento que nuestros antepasados depuraron los valores ético-morales y de conducta social, a través de la adaptación de pautas normativas a imagen del Dios occidental, es un hecho histórico. Este es mi punto de partida para escribir sobre Dios, como personaje central de la Biblia.
El esfuerzo por entender las razones, sentimientos y alcances de Dios, como protagonista del Antiguo y Nuevo Testamento, no tiene la intención de acceder a ningún plano divino, porque es sólo un intento para visualizar la esencia que lo resume en el entendimiento humano. Para los escribas Dios es un ente omnipotente que tuvo un surgimiento, crecimiento, consolidación y desaparición frente al Hombre. Por tanto, Dios es un personaje del que se puede hablar.
Mi intención no es brindar reflexiones a favor o en contra de Dios, sino ofrecer un ejercicio literario sobre la Biblia, que abarca las dudas, objeciones, fobias y afinidades que me han surgido al interiorizar todo lo que se dice acerca de Dios.
Desde la niñez, la sociedad occidental nos ha proporcionado ritos y dogmas para creer en Dios sin cuestionamiento crítico y por eso al tratar de entenderlo todo se convierte en designio secreto, difícil de dilucidadarse públicamente, pero que en la privacidad se vuelve un avatar lleno de objeciones, ya que no existen conexiones lógicas entre la realidad y la fe.
Dios como eje rector de la Biblia, aparece, desaparece, habla, calla, condena, reprime, tortura, mata y se transforma en todo lo que desea; pero en paralelo también ama, otorga riquezas, enseña y protege a los que creen en él. Esta dialéctica es la que me hizo escribir sobre la presencia de Dios, ya que al abordarlo en el plano material aparece el Hombre como interlocutor de sus metas celestiales. En esta relación siempre está en suspenso la voz del Maligno como contraparte de las intenciones divinas e intermediario de las vacilaciones humanas.
Dios apareció primero como constructor y después como hacedor de vida, desplegando un espíritu normativo y educativo a forciori, con el propósito de que las creaciones lanzadas al mundo nunca pusieran en tela de juicio su omnipotencia. Dios apareció delante de un pueblo del oriente medio, imponiendo postulados de fe, arrebato, cólera, virtud, compasión, arrepentimiento, esperanza, justicia, venganza y apocalipsis, para dejar bien establecida la hegemonía monoteísta. Dichos preceptos tuvieron concreción en pactos orales y escritos, que quedaron grabados en casi todos los textos de la Biblia.
Los pactos que hizo Dios con el Hombre, contenidos en la Biblia, muestran signos de poder extraterrenal combinados con rasgos intrínsecamente humanos, tales como pasión, arrepentimiento, amor y odio. En esta dinámica Dios no llega a ser totalmente divino y el hombre tampoco alcanza su quintaesencia como pecador. Si bien es cierto que las prohibiciones debieron seguirse al pie de la letra, en innumerables ocasiones fueron quebrantadas, porque siempre subsistió la contradicción entre la realidad prevaleciente y el ideal trazado desde las alturas.
Visto desde un contexto contemporáneo los pactos están situados sobre un conjunto de ordenamientos regionalistas, que no universales, que abarcaban desde el nacimiento de los hijos hasta las reglas más ínfimas de urbanidad. Dios se convirtió no sólo en icono de fe interna, sino también en la personificación de los tres poderes de cualquier República: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
El Dios de Adán, Noé, Abraham, Isaac y Moisés experimentó con sus clanes, poniéndolos en una espiral continua de situaciones que rayaron en la desesperación, locura y martirio. El plan maestro radicaba en confrontar la fuerza ideológica, económica y religiosa de sus fieles con las prevalecientes en otras sociedades de la época. A muchísimos milenios lo único comprobable es que los dioses egipcios, babilónicos, griegos y romanos no pudieron sobrevivir hasta nuestros días ¿Se debió a la fortaleza y verdad de los pactos que dictó Dios a los israelitas o simplemente el éxito fue producto de la perseverancia de sus seguidores La inmortalidad se inició a partir de dejar por escrito las vivencias del Hombre con Dios, así como por la evangelización voluntaria y forzosa en todas las latitudes del mundo.
Durante muchas centurias Dios se mostró en forma selectiva, a través de profetas, mesías y catástrofes naturales, apareciendo por circuito cerrado a una población tan pequeña, que hoy cualquier portal de moda en internet la superaría con su club de fans. La divinidad se materializaba como Big Brother exclusivo para los suscriptores israelitas. Con el cristianismo Dios tuvo que bajar al plano humano para impartir cátedra sobre el amor, la esperanza, la bondad, el castigo y la salvación, como nueva forma de tener bajo control a la feligresía.
Es importante acotar que -desde hace más de dos mil años- Dios no ha emitido más pactos ni enviado a nuevos ungidos ¿Creeríamos hoy en profetas, sueños o visiones del Todopoderoso bajo el telón de la tecnología digital donde los efectos especiales son el pan nuestro de cada día ¿Creeríamos en nuevos apocalipsis cuando muchos creen en las ideas adivinatorias de Nostradamus y han visto los terrores de las Guerras Mundiales, Corea, Vietnam, Afganistán e Irak
Hoy la zarza encendida, los ángeles, las voces y truenos venidos del cielo no serían suficientes para que las sociedades del tercer milenio acepten pactos de nuevo cuño, pero antes de inferir que el Hombre moderno sólo creería en pactos exhibidos a todo color y en formato de alta definición, a través de las bóvedas celestiales convertidas en mega pantallas LCD con sonido dolby stereo; es preciso analizar cada uno de los convenios contenidos en la Biblia, para comprender la fe y temor de nuestros antepasados, y luego entonces dar validez o no a la vigencia de dichos pactos.
Hoy no podríamos comprender pactos regionalistas o exclusivos como en el mundo antiguo, sobre todo porque en el último cuarto del siglo XX los países han tenido que reagruparse, para actuar en forma eficaz en el modelo globalizante de la economía. Desde la década de los años 80´s los países europeos, asiáticos y americanos empezaron a construir una red unificada de actividades, la cual es ahora una realidad.
En la neoliberalidad la comprensión religiosa ha sufrido múltiples cambios, debido a la asepsia tecnológica, lo cual se ha visto reflejado entre otras cosas- en la proliferación de sectas y redentores computacionales y televisivos, que atraen a las masas adoptando perfiles mesiánicos, aderezados con atributos extraterrestres. Para muchas personas Dios es el capital que mueve intereses y pasiones. Para otros Dios es la computadora y sus aplicaciones de internet, que todo lo sabe. Y para los otros otros Dios sencillamente no existe.
Una de cada tres personas en el mundo asume los principios del cristianismo y otros tantos millones de israelitas creen en el mismo Dios-Padre, por lo que el ejercicio de esclarecer los pactos de Dios con el Hombre no resulta una bagatela, sino por el contrario, representa un acto de revisión, crítica e interpretación de lo que se ha dicho y creído sobre la divinidad.
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