Brujas y buques, estravaganza en ciclo Otto

El autor dió un día con la loca idea de que las partes fundamentales de toda narración se pueden asimilar a los cuatro tiempos de un motor de combustión interna (ciclo Otto).
Para comprobar si era posible semejante abominación, si semejante unión contra natura entre actividades tan distantes en el saber humano como son la mecánica y la literatura podía existir sin hacernos rechinar los dientes, concibió y escribió esta historia que ofrecemos hoy al lector audaz.
En ella, además de acompañar a un oficial de máquinas de un buque mercante en un viaje a la costa del Pacífico, y en otro al Golfo de México, el lector será invitado a considerar una idea un tanto novedosa acerca de cómo y por qué funcionaría la Magia en el mundo real, y qué pasaría si álguien (la persona menos indicada, digamos) comprendiera cuál es ese principio racional, y lo utilizara a voluntad.
Mezclar el Arte Naval con las Artes Oscuras en un mismo argumento es otra irrespetuosa heterodoxia más, que no hace más que pintarnos con claridad lo ecléctico de la formación del autor y sus graves confusiones intelectuales.