PACIENTE TERMINAL

Cuando las expectativas, propias y de terceros, dominan la vida de una persona, ésta se vuelve predictible y sin sentido. Responder siempre de la misma manera a los estímulos externos, torna el personaje central de esta historia, reactivo, sin creatividad y, de cierta forma, robotizado, como si viviera la vida en el modo automático. O sea, sus decisiones se basan indefectiblemente en el impulso que las origina, sin detenerse a reflexionar sobre la cualidad de su respuesta, o las consecuencias advenidas de la misma.

Narrado en cronología lineal, navega por la infancia, adultez y madurez del personaje central observando cada uno de los acontecimientos que se impregnan en su alma ávida por desvendar el sentido que le dará a su existencia. Como alcancía, va depositando experiencias en su interior a fin de construir un "modelo" que se adapte y satisfaga sus trascendentes inquietudes, que no son nuevas, sino que solo les retiró el polvo acumulado, envolviendólas al igual que la niebla envuelve el amanecer de un día sombrío para luego disiparse con la luminosidad del sol.

En la medida que su vocación se fortalece y su sensación de pérdida disminuye, aumenta la cobranza externa por la radicalidad del cambio que realiza ya que sus conductas no responden a las esperadas en situaciones consideradas normales por la sociedad. El punto máximo sucede cuando es desconocido o ignorado por todos aquellos que en algún momento fueron personajes representativos en su vida, por considerarlo insano, inadaptado o terminal como paciente desesperanzado. Sin embargo, la vida gira y lo que estaba abajo, ahora está arriba como en ciclos de una gran rueda gigante, lo que abre horizontes inimaginables y posibilidades impensadas para el protagonista y para quien quiera acompañarlo en este proyecto existencial.