Es una historia tan humana que parece
novela, dice Gabriela Ichaso Elcuaz a propósito de la presentación de
Nuevas Cartas de Amor con Café Batido: un género, el epistolar, que
no es muy difundido actualmente porque la carta personal ha sido
desplazada por los mensajes de texto y electrónicos, los celulares, el
chat, etc.
Sin embargo, justamente el punto de partida o de
encuentro de dos seres humanos que residen a 3000 km. de distancia uno
del otro, es precisamente las redes sociales.
No sé en qué momento,
no sé cómo, de pronto una herramienta de trabajo y de comunicación, es
música, es ventana, es puerta, es plaza, es mantel, es almohada, es
árbol, es lianas, es pinturas, es imágenes, es vida… Estas cartas las
soñé toda mi vida pensando que escribirlas nunca sucedería y era una
quimera sin destinatario. Hasta que el día menos pensado, apareció su
mano extendida ante mis ojos y junto a mi sorpresa extasiada, cada carta
brotó de mí como manantial, tan natural y espontáneamente que es
difícil de explicar y de entender en medio de un mundo atado a la
máquina tirana del sistema rutinario, utilitario, desesperanzador…,
fueron sus palabras de presentación en mayo del 2009 del primer libro o
primera parte de la historia, también publicada en ocasión de la Feria
del Libro con una selección entre más de doscientas escritas durante un
par de meses a un ser humano extraordinario, desconocido, que encontró
mi corazón echado al mar en una botella y a quien conocí después de
aquellas cartas y de las suyas.
Gabriela Ichaso cuenta que las
publicó como testimonio del más puro amor, libre de los juicios fatuos.
Aquel epistolario personal concluía el día que crucé la Cordillera y
las puertas de Pudahuel dieron paso al encuentro de nuestras miradas.
Nuevas Cartas de Amor con Café Batido está escrito a dos manos.
Mauricio Jaime Goio también decidió publicar la otra voz de una misma
historia. El amor me inspiró. No sólo en un sentido metafórico, sino
que en una expresión concreta. Como dice Serrat, como la vida, el amor
me invitó a la pista y ha bailado conmigo, ha sonreído, se ha vestido de
gala, en ocasiones, en otras se ha brindado en cueros, y en otras,
simplemente, en ropaje corriente para sentarse a mi lado. Y,
fundamentalmente, el amor me ha reconciliado conmigo, ha puesto una
pluma en mi mano, me ha ofrecido un frasco de tinta y ha dictado
palabras que han desahogado todo lo que desbordaba mi alma., narra el
escritor chileno.
Ambos coinciden que el libro es un diálogo de dos
enamorados, que se entregan simplemente tal cual son, buscando ese punto
común que les hace sentido como dos individuos, fundidos en un solo
sentimiento. Para Mauricio son palabras que han ido construyendo un
mundo tan lleno de imágenes, de sentimientos, de vivencias, que si no
quedaban plasmados, corría el peligro de morir ahogado, sintiendo que
-en la distancia y la ausencia- la única forma de sentirme a su lado
era revivir todos los días con mis palabras, con sus frases y oraciones.
Como un encantamiento, las palabras van invocando las imágenes, las
vivencias, un mundo de códigos a la vez tan particulares, pero tan
universales, como es el amor mismo.
Para Gabriela el libro es
una historia que no tiene principio, ni tiene final. Viene de siempre y
para Mauricio se trata de un homenaje a una historia particular, pero,
a la vez, constituye un homenaje a todos los amantes desde siempre y
para siempre.