Un atardecer en Granada

Miriam y Albert visitan el pueblo alpujarreño de Rechonchillas y quedan admirados al saber de la existencia de un personaje  extraordinario, Anselmo, un memorable diletante bonachón y bienintencionado, desaparecido no hacía mucho, que gozaba de acreditada nombradía por sus solemnes sentencias, no sólo en el pueblo, sino en toda la comarca y alrededores. Aquí se relatan algunos de sus desempeños y resoluciones, tratados con todo respeto y salpicados de fino humor y sutil ironía, como el mismo Anselmo habría hecho.

No falta la nota romántica cuando Miriam y Albert abandonan Rechonchillas y deciden contemplar desde el mirador de San Nicolás, en el Albayzín, un atardecer en la ciudad mágica y embrujadora de Granada, donde los ocasos son más largos que en ninguna otra parte del mundo porque el sol, enamorado de Zoraya, la sultana cristiana de Al-Ándalus, se resiste a abandonar los palacios nazaríes y, cuando ya la noche oscurece la ciudad, envía sus últimos rayos a las nieves de Sierra Nevada, donde se reflejan y vuelven a iluminar La Alhambra en una amorosa y maravillosa despedida.