SÍNTOMAS DEL MALESTAR CONTEMPORÁNEO Introducción a una clínica del estado límite

En su momento Freud fue testigo de cómo la histeria dominaba el horizonte de la clínica, la gran protagonista del psicoanálisis originario. Así lo desarrolló el autor del presente libro en su anterior texto La determinación significante. Ahora, en los albores del siglo XXI, además de los que siguen consultando con la inmensa necesidad de ser escuchados, abundan los que, presos de un malestar difuso e  incapaces de asociar nada,  esperan que sea el analista quien hable y les diga lo que tienen que hacer; y están también aquellos que vienen etiquetados por el discurso médico y su presentación es del estilo de: Me llamo N.N. y soy fibromiálgica, es decir, un sujeto congelado bajo su síntoma. Intentando hacer inteligible esta demanda, el presente escrito Síntomas del malestar contemporáneo retoma el estilo coloquial del anterior, fundado también en el discurso oral, con las ventajas e inconvenientes que  ello necesariamente conlleva.

Así como en la época griega el sujeto estaba en manos del Destino y con el cristianismo pasó a estar en manos de Dios, con el progresivo avance de la Ciencia y la Tecnología, fuimos viendo cómo el sujeto quedaba clausurado por la cada vez más omnipotente Genética. Y tuvo que venir Freud a su rescate, pero al precio de dejarlo a merced del Deseo Inconsciente. Y por fin será Lacan el que pondrá las cosas en su sitio, denunciando el ancestral espejismo del Otro completo. Y nos dirá que el inconsciente es un saber, y por lo tanto determina, pero que no hay Otro del Otro, y que la responsabilidad última del deseo no cae sino del lado del sujeto.