Imagina

Imagina una estrella fugaz viajando sola por el Universo. La estrella es pequeña y su luz débil, pero a ella no le importa porque no lo sabe. De repente se cruza con una estrella mucho más grande, más rápida y más brillante que ella.

Ésta aminora su velocidad para viajar al lado de la estrellita. Danza alrededor de ella dando grandes estallidos de luz y alegría. Después de un momento, o toda una eternidad, la brillante estrella sale zumbando a toda mecha

Deja tras ella una lluvia de chispas, todas bonitas y todas diferentes. La estrellita siente envidia de su felicidad, de su movimiento y su expresión.  Nace en ella el deseo de brillar y multiplicarse como la Gran estrella.

Al imaginarlo la estrellita se hace enorme y despega soltando estallidos de color. Con cada nuevo movimiento, con cada chispazo la estrella se llena de felicidad. Surca el espacio, y cuando se cruza con una estrella más intensa crece y se desarrolla cada vez más.

A veces se encuentra con grupos de estrellas que viajan juntas. Éstas imaginan diferentes luces y movimientos que pueden hacer en conjunto. Cuando nuestra estrella pasa al lado de ellos se para y curiosea. A veces imagina algo nuevo, otras veces descubre que gracias a ella el grupo brilla y evoluciona de manera diferente.

Cuando se cruza con estrellas más débiles que ella, se para a su lado para mostrarles cómo brillar más, y qué alegremente se viaja pudiendo reducir y aumentar la velocidad y la intensidad de la luz. Después despega y observa cómo la débil luz de la estrella se hace más intensa y más veloz.

Hay alegría en la luz de nuestra estrella, y alegría en la estrella que acaba de aprender a evolucionar, y hay alegría en toda la luz del universo porque crea más luz.

El Universo explosiona de humor y satisfacción porque Él se hace claridad gracias a todas las estrellas que brillan y evolucionan imaginando y expresando su propia luz.

Estela Davila

Autora de Ávara: El Mundo Muerto