«La posguerra fue muy vengativa y dolorosa. La herida sigue abierta y profundamente infectada…»
David Vázquez y Aurea Ochoa miran a nuestro país, a nuestras guerras pasadas, a cómo las sufre el pueblo, para mostrar una realidad que todos debemos evitar que se repita
El diario escrito durante la Guerra Civil por el padre de Aurea Ochoa es el punto de partida para la creación de una novela que, especialmente en tiempos de crispación política, se revela necesaria para insistir en que no hay batalla que tenga sentido. David Vázquez, coautor de esta magnífica obra, lamenta: “Nada de lo que sucedió debería haberlo hecho… Quienes nos gobiernan desde entonces han perdido la oportunidad de restañar las heridas”. Hablamos con los autores de ‘Mi capitán, ¿a quién disparo?’ para abordar el cómo y el por qué de esta obra tan necesaria.
¿Cómo se materializa el proceso que transcurre desde que surge la idea de escribir este libro hasta que se presenta a la editorial?
David: Aurea, la hija de Emilio, ya fallecido, me enseña el diario que su padre escribió durante la guerra. Anteriormente ya era conocedor de tal diario. Esta vez no pude resistirme ni negarme. Nos pusimos a ello y ahí está el resultado…
Es esta una novela que mezcla memoria e historia. La visión personal de lo que se vivió se entremezcla con el relato más frío de hechos contrastados. ¿Se puede contar un pasado como el nuestro sin juzgar?
David: No sé si se puede o no hacerlo sin juzgar. No pretendimos juzgar para no herir sentimientos ni contribuir a generar tensión en el lector o lectora. Ya se encargan otros personajes públicos y de nuestro alrededor. Además, al leer, cada uno va sacando sus propias conclusiones. Creemos que los dos hermanos dejan claras sus ideas, como republicanos que son, sin que los autores necesiten pronunciarse.
David: «Nada de lo que sucedió en la Guerra Civil tuvo sentido… Quienes nos gobiernan desde entonces han perdido la oportunidad de restañar las heridas»
Una familia republicana separada por una guerra. Un hermano acude por convicción mientras que el otro es obligado por el bando nacional. Ninguno encontró sentido a nada de lo que pasaba en el campo de batalla, ¿verdad?
David: Por supuesto que no lo encontraban. En realidad, nada durante aquellos años lo tuvo, desde la distancia que nos proporciona el tiempo y el hecho de ver los sucesos desde el siglo veintiuno. Nada de lo que sucedió debería haberlo hecho. Quienes nos gobiernan desde entonces han perdido la oportunidad de restañar las heridas, cosa que nos tememos no va suceder. Si se hurga en las heridas, acaban convirtiéndose en llagas, cada vez más dolorosas. La memoria histórica se convirtió en una oportunidad perdida… ¡Una más!
Andrés se embarcó en la guerra convencido, pero ¿acabó siendo el más decepcionado?
Aurea: No exactamente, aunque no llegase a entender nunca el hecho de tener que luchar entre los vecinos. Continúo su vida con sensatez y sin odios, aunque permaneció siempre fiel a sus convicciones y sin duda sufrió las consecuencias de su paso por la cárcel y de saberse permanentemente observado.
David: «No pretendimos juzgar para no herir sentimientos ni contribuir a generar tensión… Ya se encargan otros personajes públicos y de nuestro alrededor»
Aurea: «Un joven, en el frente y viéndose obligado a defender su vida sin más, no tiene tiempo ni ganas de reflexionar. Sólo quiere que tal sufrimiento acabe cuanto antes»
Emilio, en el bando nacional, recrimina a uno de sus compañeros de armas, Prudencio, su “¡Malditos rojos del carajo!” con una frase tan sencilla como poderosa. “Entre tú, nosotros y ellos no existe más diferencia que el mando que nos da las órdenes”.
Aurea: Un joven, en el frente y viéndose obligado a defender su vida sin más, no tiene tiempo ni ganas de reflexionar. Sólo quiere que tal sufrimiento acabase cuanto antes.
Eleuterio, el padre de la familia, afirma en el libro: “Faltan hombres y sobran machos, por desgracia, sobra avaricia y escasea la solidaridad, rebosa el sinsentido y falta sentido común; sobran ansias y falta talento, sobra estupidez y se echa en falta la empatía”. ¿Se podría decir que, tantos años después, seguimos en las mismas?
Aurea: Sin lugar a dudas. Se puede constatar a diario que el ser humano aprende poco de sus errores. El día a día de las continuas guerras y conflictos de todo tipo así lo demuestra, para desgracia siempre de las clases más humildes.
“¡Una sociedad con conocimiento es más difícil de doblegar que un pueblo sumido en la ignorancia!”, dice don Juan. ¿Reivindican con este libro la cultura como arma de defensa?
Aurea: Como norma general, es más fácil convencer desde la ignorancia que desde el conocimiento, pero a veces el conocimiento utiliza armas en su propio favor. No obstante, el sentido crítico se forma y, del mismo modo, se deforma. Para desgracia nuestra, más que enseñar se pretende adoctrinar en gran parte de la sociedad desde tempranas edades.
Aurea: «Sin lugar a dudas, tantos años después seguimos en las mismas. Se puede constatar a diario que el ser humano aprende poco de sus errores. El día a día de las continuas guerras y conflictos de todo tipo así lo demuestra»
Acabada la guerra, el capitán Gutiérrez advierte a sus hombres:” Las fronteras separan a los vencidos de los vencedores y eso ayuda a un más fácil olvido…. No es el caso de nuestra nación… la frontera la marca el tabique de las viviendas, la calzada de la calle… aquí unos y otros tenemos que compartir un futuro repleto de rencor, de venganzas, de cuentas pendientes…”. ¿Es este libro una advertencia al peligro de no haber superado la herida?
Aurea: No es una advertencia. Es la constatación de algo que sucedió. La posguerra fue muy vengativa y dolorosa. La herida sigue abierta y profundamente infectada…
Recoge el libro las páginas escritas durante la batalla por Emilio en un diario que él nunca quiso volver a leer. ¿Qué pensaría de ver este libro ahora?
Aurea: Eso me pregunto muchas veces… Aunque lo leí muy joven por primera vez y pude comentarlo con él. Su carácter tranquilo, sosegado y de vivir más el presente que el pasado, lo llevaría probablemente a leerlo sin darle mayor importancia. No niego que para mí ha sido muy importante volver a estar tan cerca de él durante todo el proceso que nos ha deparado el hecho de publicar este libro.