Calendario 05 / febrero / 2020 Cantidad de comentario 1 Comentario
relato Bubok anne aband

 

Rolf miró a la joven que buscaba algo debajo de una de las mesas del pub donde estaba tomando una cerveza. Era una chica rubia con el pelo largo y rizado con un zapato de cada color. Llevaba una varita, ¡delante de los muggles! Esperaba que nadie se diera cuenta de ello. Tras un rato de observación, se acercó.

—Perdone, señorita, ¿puedo ayudarle? —el joven se agachó para ponerse a la altura de la chica. Ella levantó la cabeza. Sus ojos grises y su pálido rostro parecían concentrados en algo.

—¿Me hablas a mí? Yo no soy una señorita. Soy Luna. —ella se puso de rodillas sentada en sus talones y cambiándose la varita de mano, la extendió para presentarse.

—Yo soy Rolf —el chico le estrechó la mano— Llevas la varita a la vista. ¿No crees que si un muggle la ve puede preguntarte?

—Claro que la llevo a la vista —Luna se asombró ante la observación de lo obvio— Un bundimun se ha escapado de la aduana. Si anida en el suelo, tendremos una plaga en la ciudad. Lo he seguido hasta aquí.

Luna siguió mirando debajo de la mesa mientras los clientes la miraban como si fuera un bicho raro. Él observó que le importaba poco.

—¿Me ayudas? —se giró de nuevo hacia el chico— si lo encuentro puede que no haya puesto huevos y que Londres no se vea inundado de moco verde. Aunque estaría bonito, supongo.

—¿Estás sola buscándolo? —Rolf miró alrededor buscando otros magos.

—Sí, mis compañeros Christopher y Lindsay están buscando en otros sitios. No sé para qué, si está aquí —la joven se encogió de hombros y movió la cabeza. Era incomprensible.

—Mira allí —el chico señaló de repente con el dedo.

El gusano verde se escabulló moviendo rápidamente sus cortas patas hacia la cocina del restaurante. Luna musitó unas palabras en voz baja sin apenas mover la varita: arresto momentum. El bundimun se paró en seco delante de la puerta. Parecía que caminaba en cámara lenta. Luna se levantó del suelo  y sacó de su mochila una bolsa de flores y lo metió. Parece que nadie había visto nada. Por suerte los muggles no eran muy conscientes de nada en general, pues nunca se separaban de su pantalla de móvil.

—¿Nos vamos? —Luna se dirigió al chico que todavía estaba de rodillas en el suelo. Él asintió.

—¿Quién eres?

—Soy Luna, ya te lo he dicho —la chica explicó pacientemente— Soy estudiante del colegio superior de Naturaleza Mágica y estoy haciendo mis prácticas en la aduana de Londres. A veces llegan muchas criaturas que necesitan protección.

—Yo soy Rolf. Rolf Scamander. Acabo de venir de Australia y no conozco Londres. ¿Puedes aconsejarme dónde alojarme?

Luna se quedó mirando por primera vez al chico. Era un joven alto con un flequillo de punta, vestido con unos vaqueros, jersey y americana. Llevaba una vieja maleta de mano muy desgastada.

—Mejor no te alojes en el parque, tenemos una invasión de Clabberts. Puede que se coman tu ropa. —La chica comenzó a caminar esperando que él le siguiera.

Rolf la observó. Además de llevar un zapato rojo y otro verde, llevaba una estrafalaria falda larga de color rosa y flores verdes, con un abrigo rojo algo descolorido. El cabello rubio claro le caía sobre el abrigo la mitad en dos trenzas, la mitad suelto. Andaba ligera, aunque cojeaba de un lado ya que el zapato verde tenía más tacón que el rojo. Ladeó la cabeza preguntándose si era real. Ella se volvió para ver si la seguía, y él lo hizo. En el fondo se sentía fascinado.

Luna se dirigió hacia la oficina de aduanas, cerca del pub donde había escapado el bicho verde, que ya había despertado de su hechizo y se retorcía en la bolsa de la chica.

El empleado de la aduana mágica tomó la bolsa con la varita y abrió la puerta del almacén donde se apilaban cientos de jaulas de distintos tamaños, llena animales mágicos de contrabando. Si su abuelo Newt lo viera, sufriría mucho por verlos allí. Pero suponía que era necesario. Algunos animales eran verdaderas plagas, como el que acababa de atrapar.

—Muy bien Luna, —una chica morena de pelo corto palmeó la espalda de la chica— ¿Y este quién es?

—Me lo he encontrado en el pub. Es australiano —con eso Luna ya parecía explicarlo todo.

—Soy Rolf —el chico extendió la mano— Rolf Scamander.

—Oh vaya. ¿Tu abuelo es Newt Scamander? —la chica morena estaba con la boca abierta.

—Sí —el chico asintió preocupado. La fama de su abuelo era legendaria.

—¿Vas a soltar a los animales? —Le preguntó Luna curiosa.

—No, no. He venido por otra razón —el chico calló misterioso.

—Es mejor que te alojes en mi apartamento. Se hace de noche y te puedes perder. Lindsey y yo vivimos cerca. Nos vamos.

Ambos asintieron sin discutir. Lo cierto es que lo que decía Luna siempre era aceptado y hecho, sin más.

El chico se instaló en su casa, con su extraña maleta de mano. Lindsey había intentado echar un vistazo, pero estaba encantada y no se podía abrir, a pesar de los extraños sonidos que salían de ella.

Rolf salió a diario con Luna  durante una semana, como si hubieran estado trabajando juntos toda la vida. Hasta que un día, él confesó.

—Había venido a Londres a buscar un huevo de colacuerno —Rolf levantó las manos— Ya sé que está prohibido, pero mi abuelo cumple cien años y deseaba regalarle algo especial. Él me ha criado y me ha enseñado muchas cosas. Siempre ha deseado tener uno.

—Ya veo —Luna se quedó pensativa— los colacuernos no viven en Londres, pero alguien trajo uno hace dos años. Está petrificado, en la aduana, pero puede que su sitio sea tu maleta.

Luna señaló sonriendo el objeto y Rolf se alegró. Por fin había encontrado a alguien como él. De repente supo que ella sería la mujer de su vida.

—De acuerdo. Vamos.

Anne Aband
Autora de: Una boda por contrato, Mi postre favorito eres tú, Todo sucedió en Roma
Un Comentario para “De cómo cazando bundimuns se encuentran otras cosas.”
  1. bubok
    Fatima02

    Leer libros te lleva a experimentar varias cosas. Tu imaginación vuela en diversas situaciones y te ayuda a mejorar tu lenguaje. Los libros son maravillosos. Pero para buscar un buen libro, debes de tener en cuenta, que tiene que ser un libro de tu agrado.

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