Hoy presentamos otro de los títulos y autores de nuestro sello editorial Harkonnen: BAR, de Caimán Montalbán. Este obra es una reedición, se publicó hace ya más de 25 años, considerada una joya literaria del underground madrileño, una obra de culto.
Pocas entrevistas hemos publicado tan interesantes como esta de Caimán Montalbán.
BAR es un novela que marcó una época en Madrid, hace ya 25 años, cuando el centro de Madrid era más destartalado, más bohemio y heterodoxo, muy diferente a estos últimos tiempos de gentrificación y turismo, y ahora la pandemia está haciendo estragos. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Bueno, lo que tú comentas, sí, en los tiempos en los que se desarrolla la novela, Madrid era una ciudad más libre, más tolerante, al menos en la calle, no se había inventado lo “políticamente correcto”, aparentemente en la superficie parecía todo más violento y primitivo, más ¨punk¨, aunque ahora veo más violencia soterrada, más mala leche y egoísmo, aunque se disimule…; pero lo fundamental no ha cambiado, la gente sigue igual de loca la pobre, pero con ganas de divertirse, encontrarse y ser feliz, vivir su vida. Ahora con la pandemia hay miedo, pero el miedo no es algo con lo que se pueda vivir mucho tiempo, con o sin pandemia la gente elegirá la Vida aunque mueran en el intento, y los que no se atrevan se pudrirán de asco, que es bastante peor.
¿Por qué resucitar una novela del siglo pasado en plena pandemia?
No fue idea mía, me lo propuso Antonio Dyaz, amigo desde hace décadas, y me pareció bien. Para el nuevo lector puede ser interesante encontrase en aquel tiempo no tan lejano y contrastarlo con un presente no tan diferente. No hemos cambiado casi nada, las pulsiones, los desvaríos, la búsqueda de uno mismo, del equilibrio mental y material. Habrá quién se sienta identificado con este personaje joven, que vive a ¨salto de mata¨ en unas situaciones más o menos extremas, en ambientes hostiles… en fin, un superviviente, como casi todos en estos tiempos. Los jóvenes de ahora lo tienen aun peor, están mejor preparados pero las oportunidades para abrirse camino han empeorado, lo ponen cada vez más difícil, la inminente llegada de la atomatización industrial, robots abogados, médicos, arquitectos… sin reivindicaciones, sin sindicatos, el sueño democrático se desvanece, sobra gente, como se organizará el mundo en unos años?… se abre un futuro incierto, con o sin pandemia, otro efecto del cambio climático, la corrupción del que ya es rico, la desfachatez no solo se ha instalado, parece muy bien acomodada y sin complejos. Y casi nadie se escandaliza, mejor mirar hacia otro lado. Aunque ni mucho menos se trata de añorar nada, eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una idiotez, todo lo contrario, todo está por hacerse, nada se agota, no hay fondo, signifique eso sea lo que sea, adelantar acontecimientos es el mecanismo de la ciencia ficción, se abre un amplio espacio a la especulación.
¿Es BAR una novela autobiográfica?
Ni mucho menos, por entonces mi vida era mucho más escalofriante, la vida de cualquier ser humano normal lo es… (Risas). Bueno, de alguna manera puede serlo, como decía Walt Whitman “contengo multitudes..”, por esa época trabajaba poniendo música en bares, pincha discos, también poniendo copas, vivía de noche, estudiaba Dramaturgia de día… Escuchaba las conversaciones de la gente, era muy curioso, lo sigo siendo, tenía en mente una obra de teatro que expresara todo aquello, aquel entorno muchas veces marginal, diverso, así que es una mezcla de alguna experiencia y de la visión de gente que conocí, su enfoque, alguna ya muerta por los excesos o por pirados, neuróticos, inadaptados, suicidas… Pero no es autobiográfica, está contada en primera persona y da esa falsa impresión.
¿Y cómo terminó convertida en novela?
Bueno, como decía pretendía una estructura teatral, tres actos representando los tres cambios de un personaje a la deriva, por eso la novela es tan visual, es casi un guión, diálogos muy locos con tono surrealista en la barra de un bar, monólogos de camarero sonado, extraños diálogos de bebedores pasados de rosca, por entonces bebía de Buñuel, el artista que más admiro y mejores momentos me ha dado. Cuando andaba en ello tuve un breve romance con Elena Mar, una bella bailarina y estupenda persona que por entonces era musa y amiga de Alberto Garcia Alix, el fotógrafo, que editaba una revista muy buena, El Canto de La Tripulación. Elena leyó por casualidad algo que andaba por ahí, fue la primera que lo leyó y le gustó, me animó ha llamar a Alberto y a su vez él me animó para qué escribiera más material y completar el libro. Por entonces nada de cuánto me caía en las manos tenía que ver conmigo, con las calles, ni con las personas que me rodeaban, así que me apunté a eso, me había tocado la lotería. Tenían una colección en marcha junto a la revista El Europeo de Borja Casani. Esta colección se llamó Los Libros del Cuervo, tuve suerte y terminó publicado. Las cosas pasaron así, un poco de rebote, andaba más bien perdido, como le sucede al personaje del libro, estuvo bien.
Pero luego has escrito para cine, un paso lógico.
No sé si lógico, se dio la situación en México, si, un largometraje, otra historia de perdedores, yo me puse al servicio de una historia ya escrita. La película fue bien recibida (“El Sueño del Caimán” de Beto Gomez), fue seleccionada en el Festival de San Sebastian, y casi ganamos, se estrenó también en España… Pero con la misma sensación de advenedizo. Hubo cierta voluntad de que la cosas encajaran, pero más bien poca, la verdad.
Y ahora tienes un bar, La Catrina, la mítica cantina mexicana de Malasaña…
Si, desde hace 20 años, ya ves, parece una maldición… Así es, ahí va la crem de la crem! (Risas) Vendemos mezcal y tacos de guisado, eso si que es pura vida… Parecía que la hostelería sería un negocio seguro, pero en vista de los últimos acontecimientos ahora me veo escribiendo de nuevo, el tele trabajo de los cojones, aunque espero que no, prefiero la calle. (Risas)