Algunos me han oído afirmar que nací en Mieza para ser zamorano sin dejar de ser miezuco. Es así como me he sentido siempre. Vivir en Zamora desde niño no me ha hecho ajeno a la vida de Mieza porque mi familia mantuvo siempre una enorme ligazón con el pueblo. Lugar donde seguía viviendo una parte importante de la familia de mis padres. Aún hoy, cuando la emigración y el tiempo implacable han mermado el número, nuestra familia conserva una significativa presencia.
Durante años, en la infancia, casi todos los veranos daban para una temporada en Mieza. La adolescencia y la juventud fueron distanciando las ocasiones; pero el rumor del Duero en su pasar abrupto por la caída del Cachón que se oía en Mieza hasta que la presa de Saucelle, en 1956, lo apagó, se mantiene en mi memoria. Y con él, la oferta de saborear alguna de las anguilas que allí se pescaban.
Sólo ocho meses fui niño en Mieza, pero siempre fui miezuco.
Santiago Fernández