Poco reflexionamos acerca de nuestra existencia. Si este cuerpo es el vehículo para transitar por la vida, entonces nuestras alegrías, tristezas y sus huellas, son evidencias de que el pasado fue real. Cada que hacemos escala para rectificar el rumbo tenemos el invaluable privilegio de realizar ajustes. El cambio es la constante, el cambio propositivo es también el principio universal que nos rige por decreto.
Cambia todo cambia, versa el estribillo. Precisamente lo que está ocurriendo en este momento no había ocurrido nunca antes exactamente igual que como se está produciendo. En otras palabras; todo cuanto existe se propaga a través del tiempo en una sucesión de estados más o menos similares pero nunca idénticos. Mañana seremos distintos que hoy. Cada transformación no solo es interna sino que se reajusta con el entorno también cambiante. A través del cambio llegamos a ser lo que somos cada momento y nos es posible ir por más, o por el contrario, venir a menos. Hay cambios que nos transforman de golpe, que nos convierten, otros suceden sin que lo advirtamos y nos esculpen silenciosamente con el paso de los años.
o Zayín, es la séptima letra del alefato hebreo, para el judaísmo las letras del alefato también tienen una interpretación espiritual, en gematría cada carácter hebreo tiene un valor numérico correspondiendo a Zayin el siete. Este símbolo además hace alusión a una espada o herramienta, de allí se desprende su interpretación inicial encuentro cara a cara, confrontación (Hebreos 4:12). Zayin representa el siete y la espada o arma espiritual, no es sorpresa que sea utilizada para dividir el tiempo. Shabat, el séptimo día de la semana. Tishri el séptimo mes del año (o semana de los meses), Shemitah, el séptimo año de descanso para la tierra o el 7mo. Milenio de la historia humana. El 7 ha estado siempre relacionado en la tradición hebrea como un número de bendición y consumación.