Con solo diez años de edad, leyó ante la clase el cuento que había presentado en un trabajo de redacción, en el que el personaje moría y, sin embargo, seguía hablando a los lectores. Desde ese momento supo que en literatura todo es posible. ¡Hasta que los muertos hablen!
Entre sus novelas: Traición (Amargord Ediciones), Joven ilusión en Manhattan (Amazon), Mujeres (Libros a Cuentagotas Editorial) y Mi tío Roberto (Amazon). Sus relatos cortos: Agnieszka y el sauce, Mujer, El misero ladrón , ¿Pero ese doctor existe? y Yo también me llamo Jorge Luis. Guiones: El comienzo de una ilusión y El bar de Manuela.
Nació en Buenos Aires, donde estudió Ingeniería; emigró a Nueva York, donde fue camarero y pintor. En esa estapa, armado con un bolígrafo, simulando ser estudiante de periodismo, entrevistó a las prostitutas hispanas que recorrían las calles de Manhattan. Una lo descubrió: "Oye, que este entiende todo". Quisieron cobrarle un servicio y terminaron por invitarle a un café.
Finalmente, recaló en Madrid, donde unos ojos almendrados, más bellos que los de la chica bereber de la portada, le hicieron quedarse. Fue el primer ejecutivo de varias multinacionales; esa experiencia en organizaciones complejas se refleja en la temática de sus libros.
Una frase de su asesor jurídico, "Jorge, los ingenieros no termináis de entender las leyes", lo llevó a estudiar Derecho. Abrió un despacho con varios letrados especializados en distintas ramas del derecho y allí tomó contacto con la mediación, técnica que no enfrenta a las partes en disputa, sino que ayuda a que lleguen a un acuerdo. Solucionó muchos casos con ese procedimiento, con satisfacción de los clientes que comprobaban que no solo era más rápido y económico, sino que no deja las heridas difíciles de cerrar que producen los juicios tradicionales.