Corría el mes de marzo de 1936. Un matrimonio joven procedente de un pueblo de Toledo y dedicado a las faenas del campo quiere mejorar su precaria existencia y emigra a la capital. El marido, sin otro oficio que el de labrador, y debido al conflicto bélico que estaba a punto de estallar, encuentra todas las facilidades para alistarse en el ejército republicano como guardia de asalto; de esta manera puede llevar a su casa un salario digno para mantener a su familia.
En plena guerra tienen un niño. El padre desaparece el mismo día del nacimiento dejando desamparados a la madre y al recién nacido.
Esta es la historia, como la de tantas familias españolas, de la lucha constante de una mujer, en plena postguerra, para procurar a su hijo la mejor educación posible en aquellos años tan difíciles; de las vicisitudes, vivencias y aventuras de los dos para amoldarse a los cambios sociales impuestos por el enfrentamiento civil, contando con la inestimable ayuda de sus familiares más cercanos y la generosidad de unos señores que fueron sus patronos.