Matar al heredero

En 1848 un leñador llamado Marshall descubre oro en un río de la propiedad de Johan August Suter, un terrateniente de origen europeo.
El descubrimiento provoca lo que se ha dado a conocer como la fiebre del oro en los libros de historia. En los meses que siguen al hallazgo una marea humana acude a las tierras de Suter para hacerse con la mayor cantidad posible del precioso metal usurpando por la fuerza las propiedades del colono europeo.
Tres años después, Suter demanda al gobierno de los Estados Unidos con el objetivo de recuperar su propiedad y todo lo extraído de ella. Contra todo pronóstico, un juez federal le da la razón a él y a su familia concediéndoles la más grande indemnización jamás otorgada en todo el mundo. Los demandados enfurecidos y temerosos de perderlo todo acuden a la propiedad de Suter acabando con la familia y con la posibilidad de ejecución de la sentencia.
Un siglo y medio después, un profesor universitario español descubre inesperadamente que él es el último heredero de la familia Suter y decide reclamar la ejecución de la sentencia pendiente.
Las posibles consecuencias de una indemnización de semejantes proporciones provocan la reacción del gobierno de los Estados Unidos que, sin saberlo, acaba desencadenando un cambio político cuyas implicaciones están todavía por conocer.