Como supongo que mi vida y trayectoria profesional despiertan escaso interés en el lector, prefiero indicar el porqué de este trabajo:
El progreso político-social en los países democráticos ha hecho posible el desarrollo de leyes y normas específicas destinadas a la protección de las personas para prevenir el riesgo de sufrir accidentes ocasionados por equipos, sustancias, actividades, etc., que han contribuido positivamente en la disminución del número de lesiones y muertes entre la población, pero aún así, las altas cifras de siniestralidad en todos los ámbitos de nuestra vida (ocio, doméstico y laboral) nos obliga a continuar sumando esfuerzos dirigidos a minimizar, porque es factible, semejante tragedia humana y, también, como no, el enorme gasto económico para la sociedad.
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Actualmente en España, las cotas alcanzadas en preocupación social por la salud de los ciudadanos está imprimiendo más fuerza a los engranajes que transmiten movimiento y presión a los gobernantes, instituciones o empresas con el objetivo de que se lleve a cabo un combate enérgico y eficaz contra esta lacra. Sin embargo, prácticamente el 46% de la población que padeció lesiones debido a un accidente doméstico o en momentos de ocio, señala al ineluctable AZAR como posible causa del mismo e, implícitamente, tampoco extrae ninguna conclusión de valor. Por tanto, para desterrar este concepto será necesario divulgar e imbuir la idea de que la mayor parte de los accidentes pueden evitarse a través del conocimiento y la conducta, y en mi modesta opinión, el método más efectivo es educar a nuestros hijos en materia preventiva desde la infancia .